martes, 4 de noviembre de 2008

... Prestigio...

Cuando le echamos un ojo al diccionario encontramos la siguiente entrada:
prestigio.
(Del lat. praestigĭum).
1. m. Realce, estimación, renombre, buen crédito.
2. m. Ascendiente, influencia, autoridad.
3. m. p. us. Fascinación que se atribuye a la magia o es causada por medio de un sortilegio.
4. m. p. us. Engaño, ilusión o apariencia con que los prestigiadores emboban y embaucan al pueblo.

Unos esta semana lo hemos perdido otros lo han aumentado. Si nos fijamos un poquico de la cuatro acepciones dos van dirigidas hacia el “valor personal” y las otras dos hacia el mundo de la magia.

Esta semana he perdido definitivamente cualquier rescoldo de prestigio que me pudiera quedar, acepciones primera y segunda. Definitivamente me han enviado a la calle donde “aprenden” a nadar las criaturicas de cuatro años. Sí, allí estoy yo con los utensilios al uso de los niños de esa edad. A la entrenadora sólo le ha faltado atrezarme con un cubico y una pala, rodearme de un capazo de arena de playa y ponerme a jugar en la orilla de la piscina. Los zagalicos alucinan cuando ven al “zanguango” del Garban como uno más en su calle.

Todo empezó cuando Isa me dijo que “notara” el agua, que sintiera el diferente comportamiento de la misma dependiendo de cómo metiera las manos en ella. Mi descoordinación es mayor que la habría si un batallón de payasos desfilara por la Gran Vía. Como metía la mano, con más ardor que un novio primerizo y con menos delicadeza que un chapista golpeando el metal, me ordenó que me sentara en una tablica, de esas que “los otros utilizan para entrenar” y moviera las manos. Allí estaban los casi cincuenta tacos del Garban, con su dignidad perdida y su prestigio hundido en el fondo de la piscina, sentado en la tabla y moviendo los brazicos. Cada tres movimientos, como soy un hábil que te “cagas”, la tabla se resbalaba del culico y ¡cataclás!, me daba una voltereta y quedaba como los patos borrachos, con la cabeza dentro del agua y el trasero al aire. Isa se estaba dando cuenta que cada pocos segundos naufragaba, la tabla salía disparada a cientos de metros y yo salía a buscarla en dirección contraria a la fila de verdaderos nadadores que en mi calle entrenaban. Decidió quitarme la tabla, meterme un “churrico” entre las piernas y que chapoteara feliz y alborozado en la calle de los tiernos infantes. Allí me tiré más de hora y media, hablando de nuestras cosas con mis nuevos compis… Algunos me contaron que su madre está muy buena y otros que le obligaba a engullir la papilla de frutas antes de irse a la piscina. En esa calle, estos días estoy forjando amistades que se me antojan serán perdurables e intensas en el tiempo. Veremos si alguna madre no se queja de que el “viejuno” esté dándole la tabarra a sus críos, entreteniéndoles para que no consigan los objetivos propuestos en la sesión del día.

En la otra calle, en la de los triatletas, el cachondeo es mayúsculo y ya me preguntan si va a venir mi madre a vestirme después del entreno y si mi “seño” de la guardería me trata con mimo y me da ceras para colorear el retrato de mi osito de felpa favorito. ¡Y pensar que hace unos días creí que estaba mejorando!.

Por lo demás el pie sigue en su línea y la bici con su frecuencia y su kilometraje. El sábado nos cascamos 80 kilómetros con 8 cuestas de fuerza. Como siempre me quedé el último con diferencia, pero eso no me preocupa, se que cuando tenga que andar, andaré, en mis ritmos, en mis tiempos, pero dentro de la normalidad. El domingo tocaban 100 kilómetros pero las circunstancias, impidieron su realización. Hacía sol, aunque la temperatura era fresca. La carretera estaba muy mojada, lo que la hacía peligrosa, sobre todo en las primeras horas de mucha humedad y el viento era muy fuerte. Todas esas variables además de que el sábado nos acostamos tarde y mojados me hicieron tomar la decisión de salir a correr 8 kilómetros en unos cincuenta minutos. Al menos quemamos algo de alcohol… Sólo de pensar el mal cuerpo que teníamos y regresar con ese vendaval en contra a casa me hacía presagiar muy malos momentos sobre la bicicleta. Preferí una salidica algo “ligera” pero mucho más apropiada a nuestro verdadero estado. El mes ha finalizado y sólo he fallado dos días. No está mal. Cincuenta y ocho horas de trabajo y 36 sesiones. Lo daremos por “progresa adecuadamente”.

Hacía unos días que nuestro amigo Pepo, el mago, el mago de la cocina, el mago de los vinos, el mago de la conversación amena y divertida, comentó que “su Pepe” tenía un compromiso deportivo en Murcia. La noticia traía consigo una doble alegría. Por una parte Pepe nos haría una demostración de sus progresos y por otra era una excusa lo suficientemente buena para una gran reunión. Como a los magos les acompaña la suerte, dio la casualidad que “han c’a mi cuñá”, donde habita y realiza milagros a tiempo parcial San Cucufato se había organizado una fiesta, con un sin fin de excusas, ninguna suficientemente buena como la real: ¡Qué de vez en cuando nos apetece reunirnos y reírnos de nuestras propias circunstancias!. Por motivos que no vienen al caso y con la disculpa que era “jalogüin”, se acordó que sería una fiesta cuyo “tipo” fueran los trajes de novios. Se rogaba que fuera el original, el genuino, aquel que con el tiempo, algunos nos hubiera gustado no tenernos que poner… ¡Qué no, qué es broma!. Mi santica lee esto y se va a creer que estoy arrepentido, qué no... Me hubiera gustado haber nacido “casao” con ella, para así ser feliz aún más tiempo, pero mi santa madre no tuvo a bien tenerlo previsto en su momento.

Unas diez o doce parejas, más algunos niños, de ellos unos con traje de “comunión”, lo que fue un puntazo y otros con disfraz de “muertos vivientes”, nos dimos cita en la Ermita de San Cucufato. Sin querer hacer de menos a nadie, el cadete deslumbró por lo sorprendente del traje, de entre los novios. Las novias que la Familia Diez, con la echadora de cartas a la cabeza presentaron a la fiesta fueron todo un éxito. ¡Ah, también vino el chico, con su bellísima novia, que le discutió al Guardia Civil en la Romería de San Cucufato y esta vez decía todos sus apellidos, ambos, los dos, sin trabucarse una sola letra.

Trajes genuinos de novios y novias. Unos un poco más tuneados que otros y otros definitivamente reemplazados por diversas causas, como por ejemplo: “Lo tengo en un baúl en casa de mi madre y si voy y le digo que necesito el traje seguro que llama a los loqueros” y otras del tipo: “¡A mí no me entra!”. Pero allí se presentó desde el que se casó de verde caqui, hasta la novia más guapa del mundo, todos de boda. Estuvimos bailando y cantado coplas de nuestro tiempo. Bebiendo “Viña Mágica”, traído con mucho cariño por “El Mago”, comiendo y volviendo a beber. Entre tanto, El Mago Pepo, esta vez en el papel de juez con toga y peluca al uso, comenzó una serie de “divorcios rápidos” que hicieron las delicias de los divorciados y de los invitados a los fastos. Fueron divertidísimas las roturas conyugales, los motivos y los métodos, nada ortodoxos, que utilizó el supuesto juez para llevarlos a buen fin. No diremos más... Sólo apuntar la frase que se acuñó y fue el slogan y referente en la fiesta. Mientras que caían no menos de 100 litros de agua por metro cuadrado, una invitada, siempre positiva, siempre creadora, siempre siendo la noria que eleva la alegría y la simpatía, exclamaba con profunda convicción: ¡Hay que ver, qué buena noche se está quedando.

El día siguiente, mientras que yo rezaba porque amaneciera tan lluvioso como lo habíamos dejado al acostarnos, comenzamos con los preparativos de la segunda jornada de convivencia. La mañana, como ya he comentado me sorprendió con un sol de cojones que me tiró por tierra la excusa más fácil que me había preparado: “¡Está lloviendo!”. La carretera mojada, la humedad del día y el viento, no serían aceptadas por mi partenaire de entreno. Decidí que sería por las bravas, ¡No, que no salimos, qué hace un día “muy malo p’a la bici!”. Esta afirmación más la presencia de Stani en el rodaje-paseo, pareció ser suficiente para calmar los impulsos ciclistas del Mago.

Finiquitado el trámite del entreno pasamos a labores más gratas… Nuestro “Cheff Pepo” se propuso obsequiarnos con un magnífico Arroz con Cebolla. Como la compra la había realizado mi propia persona, la hice con total desconocimiento de causa que los resultados fueron que había arroz para tres paellas y bacalao para otras tres. El bueno del Mago decidió que el arroz se guardara, el sobrante claro y que con el bacalao realizaría un “Bacalo al pil-pil” de alta escuela. Como soy un “descerebrao y un indocumentao”, desconocía por completo que al “bacalaico de los cojones” había que estar meciéndolo más tiempo y con más entusiasmo que a un bebe de tres meses, de haberlo sabido habría abortado tamaña empresa. Allí que se nos puso nuestro “Maestro de la Cuisinne” y nos deleitó con un arroz de exposición y un bacalao de muestrario. Unos veinticuatro comensales dimos cuenta de tan suculentos platos, mientras que el “Viña Mágica” que habíamos reservado de la noche anterior, regaba nuestros gaznates. Una comida que finalizó, con gin-tonics, al estilo Stani, cafeses, copas y licores al gusto y como siempre, con unas coplas al uso de la tierra.
La tarde caía y los feriantes debían volver a su olivo.

Y con ello queda reflejado el porque del título de esta entrada. Unos perdemos el prestigio, acepciones primera y segunda y otros lo elevan, refuerzan y lo expanden por este mundo real y virtual… Y es que el Mago Pepo y su familia, tienen mucho, pero que mucho PRESTIGIO.

P.D.: Los videos os los ahorráis, pero de la cantidad de retratos que hicisteis bien me podíais enviar algunos que ilustraran tan magno evento.

¡Hasta otro día querido diario!

3 comentarios:

stani dijo...

Acho! si quieres te envio las fotos pero creo que el poco prestigio que te queda saldrá volando, jajaj. las tengo en el trastero mañana te las hago llegar, por cierto, no sé ni como ni por qué pero resulta que en el maletero de mi coche tengo una botella de bombay enteretica. olé.

XARLI dijo...

Si fueras más jóven e inocente lo mismo me creía esas cantinelas con que nos deleitas para crear oonfusión en torno a tu evolución deportiva: que si no progresas en el agua, que si te quedas atrás en la bici, que si San Cucufato esto... Pero como zorro viejo que eres (más zorro que viejo, que conste), no me creo naica. Tú estás jugando al despiste y nos darás p'al pelo a la "juventú" en cuantiquio nos relajemos. Al tiempo.

Anónimo dijo...

No tengo ni puta idea de quien es el xarli pero me da que tiene más razón que el que recomendó que soltaran a Barrabás. Garbancico, hijo, que a estas alturas ya nos conocemos.
Saludos y compruebo con elegante envidia cómo sos ponéis de todo lo malo del planeta.
SPJ