miércoles, 26 de diciembre de 2007

¡Feliz solsticio hiemal!.

El Sr. Antonio Burgos, creo haberle leído, menospreciaba a lo que él denominaba “culturetas de izquierdas”, cuando en un debate un dirigente andaluz sustituía artificiosamente la celebración de la Navidad con el circunloquio “solsticio de invierno” y de esta manera ninguneaba, a su entender, toda una tradición y cultura secular de la patria española. Pues como homenaje a la cultureta izquierdosa, os deseo “¡Feliz solsticio hiemal!. Esta derecha rancia es capaz, aún viendo la polla del caballo enhiesta, afirmar que antes fue yegua, si en ello sacan algún provecho. ¿Qué fue antes, el solsticio
de invierno o la navidad?. ¡”Pá” habernos matao!.
Como el veintiuno de diciembre, por culpa de la madre santa iglesia, no es fiesta y el veinticinco, gracias a ella, sí, ¡La qué está liando Zapatero!, que diría el Gran Wayoming, nos reunimos la noche del veinticuatro los irreductibles de la tribu de los Garbanzitos. A los chiquillos les contamos que celebrábamos la Navidad, pero nosotros, los “culturetas” de la tribu, que de los otros también hay, habíamos acordado, en secreto, que este año sería una fiesta pagana, ¡Qué ya estaba bien que por navidad tengamos todos que
querernos, con amor puro y
Mi hijo paco en el Campeonato de Italia Young de Triatlón
fraternal y eso de follar está como mal visto en estas fechas!. El caso es que pusimos el belén, como pequeño homenaje a los más pequeños de la manada, a los que es más fácil ponerles el nacimiento que intentar explicarles que esto es un invento de un iluminado en connivencia con los establecimientos de ventas, por supuesto la iglesia está en estas circunstancias a la misma altura que El Corte Inglés. No muchos, somos una tribu que nos reproducimos con moderación, por supuesto unos más que otros, estuvimos en casa cantando, comiendo y bebiendo, cómo en todo, unos más que otros. Incluso en algún momento nos arrancamos por villancicos, más para que el público supiera que tocamos “tos” los palos, que por verdadero interés por la melodía del “tres por cuatro”. Tras acabar con el primer frigorífico de “don pedritos”, el vino del bueno, que trajo mi “cuñao” Jesús. El lomo de León que acerco mi cuñá Susi, un marisco de primera que acercó mi Capitán Bajoca, el caldo con pelotas, que aportó con generosidad extrema mi santa madre y todo el trabajo, cariño y dedicación de mi santa, digo que cuando todo se acabó y antes de comenzar con las “bebidas sudás”, es decir los cubatas y gin-tonic, en homenaje a Julio Bocca, bailarín argentino de fama mundial y retirado recientemente en La Habana, me marqué un “suite española” de la más formal y estricta escuela del ballet español, que quizás algún día aparezca en el Youtube.
Es que la navidad tradicional, la de los años duros, me jode, me jode mucho. Era la época en la que estaba lejos de casa y el poder encontrar medios para regresar a ella, me era muy difícil. La época en la que, más tarde tenía que elegir, si estar en Noche Buena o en Año Nuevo, porque el trabajar a turno tenía, encima, la suerte de que siempre que había una fiesta te tocaba trabajar. La Navidad era la época del año en la que había que arreglar la casa, enjalbegar la cocina y esperar rezando que ningún pariente le diera por aparecer para que el ambiente no estuviera tenso, por eso yo prefiero felicitar la entrada del invierno, ¡Féliz Solsticio hiemal y Próspero año nuevo!.
Mañana hablaremos de eso del correr.



Mi hijo paco en el Campeonato de Italia Young de Triatlón

lunes, 17 de diciembre de 2007

¿Es qué no teneis casa?. Diario de un "sintecho"

Estaba yo pensando… ¡Si me lo tiene dicho mi santa!. ¡No pienses que lo empeoras!, a donde llevar a mi zagalico a correr el domingo. Tenía una tirada de 15 kilómetros y eran varias las alternativas que se podrían trabajar. La primera era ir Aspe. Pronto la desechamos. No era cosa de que el pobretico debutara en una carrera de las más duras que existen por estos andurriales. Otra opción era ir a Torre Pacheco. Allí, la única pega era que la última edición no tuvo más de doscientos participantes y un recorrido de 21 kilómetros con 200 tíos se hace muy solitario. La tercera era hacerlos “a solanas” por uno de los circuitos que tenemos marcados cerca de casa. Reunido el comité táctico de la familia se acordó que lo mejor sería ir a Pacheco. Un recorrido llano y circular con lo cual sería fácil llegar hasta el kilómetro seis, punto donde se incorporaría el chiquillo. Por otra parte, el padre, es decir, “servidora de las monjas”, podría correr a sus anchas. La suerte estuvo de nuestra parte. Este año en vez de los 200 tipajos en pantalón corto que se lanzaron a correr en la edición anterior, el número de “cuerposacos” aumentó de forma considerable hasta alcanzar la bonica cifra de quinientos. Nos levantamos temprano y analizamos la logística de carrera. ¿Llevamos geles?, ¡”pá qué!, ¡si eso lo hacemos en un tris!. Camisetas, ¿”acualas” nos llevamos?… Dos técnicas de manga larga, dos de algodón de manga larga, “los sobradamente conocidos “porsis”… Pantalones cortos, mallas cortas y largas. Pañuelos para las orejas, gorros de lana, guantes de varias tonalidades, marcas y facturaciones. El caso es que los “tontolhabas” se pusieron en marcha con dos mochilas de más volumen que las que utilizan los “famosotes” de Supervivientes. Vamos a sacar el coche del garaje y pienso en el último “porsiacaso” y le digo al nenico: “¡Pablete saca los chubasqueros, no vaya ser la mala uva…!” (Un guiño a la media de Aspe también conocida por la “De la Uva”, por las raciones de esa fruta que regalan). Puestos en marcha con tres gradicos pero el cielo medio despejao, vamos acercándonos al Puerto de La Cadena, único puerto de Murcia pero sin agua, pues es un paso de montaña que da entrada a la comarca marítima de Cartagena. Bajando el puerto el cielo comienza a teñirse de azul petróleo, que es como ahora le llaman al gris plomizo de toda la vida. Mis años de meteorólogo me hacen profetizar, ¡A que en Torre Pacheco está lloviendo….!. Nos salimos de la autopista en la salida correspondiente y no hemos recorrido de diez metros y el cielo está negro y el suelo encharcado, pero… encharcado de charcos de “a palmo”. De momento no llueve. Aparcamos y recogemos los dorsales. Me han adjudicado el 313, bonito número. Elegimos el material, como si lo que fuésemos a realizar fuera el ataque final al K2 y nos vamos a calentar. Comienza a llover… Nos vamos a por los chubasqueros. Me alegro por primera vez en el día de ser un neurótico y haber acertado cogiéndolos. Calentamos y aprieta la lluvia. Se retrasa la salida, pues estaba lloviendo fuertecillo y no era cuestión de salir de tal guisa. Aprieta un poco más y el personal se mete dentro del polideportivo y mira por los grandes ventanales la “troná” que está cayendo. Se retrasa la salida otro cuartico de hora. Me encuentro con el director del patronato de deportes, conocido de cuando iba a cronometrar el duatlón de dicha villa. Le digo: ¡Nenico, o das la salida o lo suspendes que nos estamos helando y la gente ya está comenzando a desertar… Anuncian que nos vayamos para la salida que van a dar “el tiro”. Los más valientes nos vamos para allá, los menos crédulos se esperan bajo el techo del porche del polideportivo y salen desde allí, por lo menos se ahorran un mojao, aunque hagan cien metros más. Mi nene se despide de mí y yo me voy a la salida. En eso aparece el Capitán Bajoca que ha venido a acompañar al sobrino en el debut y de paso hacerse un rodaje suave. ¡Yo lo llamo tos los días para entrenar y la mayoría me deja tirao y hoy que hace un día de perros aparece!. ¡Vaya un aprecio que me tiene!. Al grito, por mi parte, de: “¿Vosotros, es qué no tenéis casa?”, refiriéndome a los cerca de quinientos tío/as que quedábamos por allí, esperamos pacientemente el disparo de salida. Parece que escampa. En la salida me encuentro con algún triatleta conocido y la panda de las nenicas de la pista, que intentan ganarme cada vez que me ven mohino. De salida aprieto, me encontré bien en el último rodaje de 90 minutos del jueves. Pasamos el primer kilómetro y un listo canta: “¡Cuatro veintitrés!”. Aprieto, no para correr más sino para separarme de los listos que van cantando los kilómetros… Voy bien, comienza a llover de nuevo, no para, aprieta. ¡Me cago en la leche, ahora llueve más que antes!. El circuito, una mierda de circuito que nos llevaba por lo más feo, cochambroso y autóctono de la zona, estaba lleno de barro de los tractores que abandonaban las fincas y que dejaban su carga de barro en el primer contacto con el alquitrán. El barro se mezclaba con las moñigas de vaca y cagás de ovejas y cabras que todo junto se mezclaban en los ríos de agua que bajaban por el piso, sin que el alcantarillado, ni los arcenes acierten a tener suficiente caudal para desalojarlo todo. El agua por los tobillos, las zapatillas, como si estuvieras corriendo dentro de una piscina y mis plantillas moviéndose de un lado para otro dentro de las chancletas. Entre hacer fuerzas con los dedos para que no se movieran las plantillas, subir y rodear charcos, haciendo sobradamente más de 22 kilómetros y luchar contra el frío y el viento, aquello terminó como una batalla. Cada pocos metros pasabas a corredores que tenían que pararse ahogados por el agua o con problemas musculares por el frío y la inmensa cantidad de agua que caía. Mientras, como a mí me va la marcha, paso por donde mi nenico estaba esperando a su tito. El pobre estaba calado y no había corrido aún ni un metro. Sigo y sigo adelantando personal. Mi ritmo no había aumentado, lo mantenía más o menos estable, eran los demás los que comenzaban a sentir el efecto “birlocha”. En el quince es donde corren los que de verdad corren. Me separo del grupo que había ido capitaneando desde la salida. De unos quince valientes que formaban la “coya” al principio, sólo quedamos tres. Dos hermanos gemelos, más bastos que un cerrajón y que no hacían más que preguntar qué marca íbamos a hacer y yo. Al final sólo quedo yo, tras apretar en el dieciséis. El diecinueve se me hace eterno. Las piernas van cargadísimas por el frío y tengo miedo a tener problemas musculares. Me aprieta un bajón físico importante. El ritmo decrece de forma considerable pero no alarmante. Tiro de experiencia y se que, en contra de las carreras anteriores, ahora si tengo fondo para administrar. Me pasan algunos corredores pero incluso en los dos kilómetros finales, con un globo importante yo rebaso a más. Llego a meta y allí se ven los estragos de la batalla. Varios compañeros lesionados, lo que les joderá la temporada, pues este trabajo de volumen es básico. Frío y malas caras por doquier. Llega mi nenico. El Capitán Bajoca lo conservó bastante bien y lo mandó a correr sólo al final. A pesar de ser una carrera infernal a Pablete le quedan ganas de repetir experiencia, se había divertido, eso era lo importante.
Lo mejor de la carrera fue la camiseta. Es naranja y de un tejido como las del Betis, esas que se pegan al cuerpo como si fuera chicle. Mi santa dice que ese modelo es para gente más joven que yo, pero como soy tan coqueto me la pienso poner para el spinning y enseñar este cuerpo bollicao a todas las nenicas de la bike…
Lo importante es que ya estoy en el mismo tiempo que el año pasado. Aspe es más dura, pero las condiciones de Torre Pacheco este año las iguala. El año pasado el 16 de diciembre una hora treinta y dos diez y este año una treinta y dos veintitrés.
Fue salir de Torre Pacheco volver a estar todo seco. Ni una puta gota había caído en ningún otro sitio. Estaba de dios que sólo nos lloviera a nosotros. A unos quinientos descerebraos que si hubieran tenido casa se hubieran quedado en ella, un día magnífico para comerse unas miga, con sardinas salás, vino y tocino.
La semana tuvo varias cosas más, pero esas las contaré mañana. Te adjunto, querido diario, una frikada que hicimos para la tele… Lo mejor es cuando levantamos al presentador al más puro estilo campurril y la despedida de las manos juntas, ¡pá habernos matao!.
Mañana, más. Querido diario.

martes, 11 de diciembre de 2007

¡Ave María Purísima!. - ¡Sin pecado concebida!


-Padre, ¡he pecado!.
-“Dime hijo. ¿De pensamiento, de palabra…de omisión?”. ¡Ufff…! – pensé… ¿Cómo le digo yo a éste que si empezamos con particularidades no terminamos en todo el día. Mejor será que intente generalizar y así abreviaremos y nos evitaremos sórdidas historias.
-“¡Pues de tó un poco!. Padre”. El “papito”, no dejaba de inquirir insidiosamente, quería los más íntimos detalles de mis pecados… Estos “ministros”, ¿porqué se empeñarán en averiguar los detalles?, ¿será morbo o verdadero interés por salvar nuestra alma?... El de la sotana seguía con su interrogatorio, que yo intentaba eludir con respuestas vagas y generales… Cada vez me agobiaba más y la situación se tornaba de incómoda a verdaderamente violenta… Sudaba, intentaba eludir su acoso y … ¡Zas!. ¡Me desperté!. Sudando como un pollo, mojado como un quinceañero en un sueño erótico, calado como al finalizar una carrera. ¡Joder, gracias que estaba durmiendo!. ¡Un poco más y tengo que confesar la verdad!. Mi pecado fue de omisión. Por primera vez en más de un año me había saltado voluntariamente un entreno. La conciencia me martilleaba recordándome que había “pecado”. Mi subconsciente me castigaba enviándome pesadillas en mis sueños.
Pues sí, si por algo se puede significar esta semana fue porque el viernes, a pesar de tener marcado una sesión de natación, no tuve ganas ni fuerzas para ir a la piscina. Así, sencillo, cual lógica de niño. ¡Qué no tenía cuerpo para nadar, ni pá ná!. En mi descargo, si es que ese pecado mortal puede tener una justificación, debemos decir que, la semana fue difícil. El Miércoles mi cumpleaños. Fui a realizar la sesión de fuerza y estando justo a mitad, suena el teléfono. ¿Quién es?, “¿Nos vamos a tomar unos “don pedritos”?, se escucha al otro lado… Lo pienso, cierto que lo pienso poco… ¡Sí!, contesto con prontitud. A los treinta minutos dejé las mancuernas, los carros y los esculturales cuerpos de mis compañeros y compañeras de gimnasio, con los que nunca he cruzado ni una sola palabra, por supuesto me refiero a los compis, no a los carros y mancuernas. Las cervezas se fueron acumulando con sus respectivas tapas en mi estómago y a continuación en mi sangre. A la tarde estaba en un estado tal que no pude más que ir a cenar con mi santa y unos amigos… En la madrugada ya no era un “estado tal”, era directamente un “embarazo etílico”. Tras cuarenta y siete años mi despertar era como siempre, con un resacón ¡pá cagarse!. A las diez de la mañana de jueves, mi santa logra despegarme de las sábanas con la excusa de que si no me iba ya a correr la hora y media que me tocaba, no iba a tener tiempo. –“¡Garban, levanta, que si luego no corres me estarás dando la brasa todo el día!”. A las doce venían mis hermanos y unos amigos, más cuñadas, sobrinas y alguno más a tomar una morcillas con vino, don pedritos y demás zarandajas del comer. Con el cuerpo como un trapo, salí disparado, evidentemente es un eufemismo, hacia Coto Cuadros. A ritmo de romería de la tercera edad dirigí mis pasos hacia la montaña. Cada vez que me cruzaba un biker o un corredor y me saludaba con un “¡Buenos días, Garbanzito!. La cabeza se me tumbaba del lado contrario al que provenía el saludo. ¡Qué dolor!. Dieciocho kilómetros de sufrimiento, mi cuerpo comenzaba a resentirse.
A la hora convenida, un poco más tarde para ser sinceros. Los “Hermanos Garbanzitos” no nos significamos por nuestra puntualidad comenzamos el festejo. Aperitivos, cervezas, aperitivos de nuevo, vino, cervezas, más aperitivos… ¡Bieeeeennnn, ya es la hora de la comida, qué alguien ponga la pintaza en las brasas!. Y esa fue nuestra perdición. Una mente preclara, un profeta, alguien que ve las hierbas crecer, una persona con una iluminación más grande y más precisa que la de “El Corte Inglés” por navidad dejó, mientras que contaba un chiste, todo el “cerderío”, junto a las brasas y encerró a los perros en el recinto donde hacíamos la carne. Al acabar los chistes para la único que sirvieron las brasas fueron para quemar en ella al “lince” y luego mearnos en ellas. Los dichosos perros aún están relamiéndose de la pechá a comer que se dieron. Nos dejaron, qué detalle, los envoltorios y los cordeles con los que iban sujetas las morcillas y las salchichas. ¡En un tris, nos quedamos sin comida!. Sin ná que comer, la fiesta derivó en lo único que quedaba, beber. Buscamos con urgencia manduca para poder saciar la necesidad más urgente de los menores de edad y los demás seguimos con las patatas fritas, la cascaruja y el queso. Al terminar el día, organizamos las cena de navidad, el amigo invisible, compramos varios inmuebles, nos adjudicamos unos coches unos a otros y quedamos para nosecuantas fiestas más por navidad. Lo cierto es que ya no regía casi nada y la decena de niños miraban asombrados a sus progenitores, titos y demás familia con una cara de incredulidad y sopesando si aquello era una fiesta “normal” o ya era nochevieja. El viernes amaneció sobre las cuatro de la mañana. ¡Qué mal cuerpo!. Sólo faltaban dos horas y media para que sonara el despertador y ya estaba pensando en no levantarme. A las siete y media tuve la hombría y la fuerza para dejarme caer sobre las baldosas. El frío que sentí me hizo reaccionar aunque levemente. Me fui como pude a la oficina, pensando que ya estaba vigente la nueva reglamentación sobre el alcohol y que yo sería uno más que engordaría la cifra de más de cien detenidos por la Guardia Civil. ¡Menos mal que no encontré a ninguno!. La mañana del viernes la pasé dormitando en el sofá de mi oficina con la puerta cerrada y la luz roja de las visitas encendida para que nadie osara a interrumpir el descanso de guerrero. A media mañana tomé dos decisiones, cual de ellas más acertada. La primera que no tenía el cuerpo para nadar. La segunda que me iría a tomarme el aperitivo pues necesitaba nivelar el nivel de alcohol en sangre, seguía estando hecho un trapo. El viernes por la tarde lo pasé recuperándome y ya el sábado junto con Stani y Juan salimos en la bici.
Para el sábado teníamos ochenta kilómetros con ocho cuestas de un kilómetro con todo el desarrollo posible y sin levantarnos del sillín. Fuimos hasta Alcantarilla y regresamos. A la vuelta tomamos dirección La Alberca de Las Torres y en la cuesta que sube hasta El Valle, en la sierra denominada popularmente de La Fuensanta hicimos las ocho subidas. Esta vez en lugar del 14 puse el trece y esta cuesta tiene un dos por ciento más de dureza que la del “Cuello de la Tinaja”. Nos pusimos como toros dando pedales y lo que más nos gustaba era adelantar a los bikers de montaña.
El domingo salí con la peña. Hicimos un recorrido novedoso para mí. Por Alcantarilla, Las Torres de Cotillas, Alguazas, Campos del Río y por la carretera de Yéchar regresamos hacia Ceutí y de nuevo Las Torres de Cotillas y a casa. Me salieron 120 km. que ponía en el plan pues me fui en bici desde casa. Tuve que salir una hora antes, pero mereció la pena. Si hubiera ido directamente hubiesen salido 100 km. Un día tengo que proponérselo a Stani y Juan, seguro que les gusta. Recorrido sube y baja, sin tener un solo puerto pero siempre hacia arriba, con toboganes exigente. El viento al final casi nos deja exhaustos en la carretera pero llegamos con bien. Del resto de la semana podemos comentar el farlek del martes. Cambios de 5 y 3 minutos. Los grupos de cinco minutos me salían entre cuatro y cuatro ocho el kilómetro. Estamos cogiendo algo de ritmo ya.
Esta semana iremos a la media de Torre Pacheco. Es una carrera al estilo de la de San Javier, fea de cojones. Ocurre que mi zagal pequeño tiene un entreno de 15 km. y quería hacerlo en grupo. Si vamos a Aspe los 15 kilómetros son duros, duros, sin embargo en Pacheco son todos llanos. Así que nos iremos allí para que el crío no sufra demasiado. Por lo demás hoy tengo un test de Cooper. Seguramente me apunte 2.500 mts. y pase de sufrir. No me apetece nada. De todas formas no pienso hacer ni una serie. ¿Para qué quiero saber cuales son los ritmos?. ¡Ya veremos!.
Pues eso es todo, ¡Hasta la semana que viene, querido diario!.



















martes, 4 de diciembre de 2007

¡Ya ha llegado la Lotería!

Y mientras que “Giputxi” y Stani se cartean a mis espaldas, consiguiendo que los celos me recoman, lo primero que hago es acusar el recibo de la dávida. Gracias Gorka, esperemos que el mismo veintidos tengamos que hacer un apresurado y divertido viaje a Zarauzt para cobrar las papeletas. Como presente y gracias por “los boletos”, Stani le ha enviado un libro en el que se muestra, según dice el propio Stani, la realidad nacional murciana. Conociendo al nenico de Monteagudo y dándole un rápido vistazo a la portada, me imagino de que corte va el manuscrito. Lo único que nos faltaba después de ver la ilustración del libro es la afirmación de “mi Stani” de que dentro de cada murcianico se encuentra “un comisionista”. ¡Anda que nos dejas finos!. Esas son el tipo de cosas que nosotros podemos hablar en la bicicleta, pero que no debemos dejar que trasciendan al resto de los mortales pues ya nos tratan con suficiente recelo para que nosotros aventemos nuestras miserias. Cerremos filas con el “partido” y digamos lo que nos han “mandao”. “¡De tó esto, la culpa la tienen los periodistas, porque si ellos no hubieran dicho “ná, nusotros” seguiríamos tan panchos, celebrando la “Feria de Totana!”. ¡También tiene guasa que la jueza no hubiera podido esperar a que finalizaran las fiestas!. ¿Así cómo van a disfrutar los Totaneros de las fiestas si tienen a su Alcalde y al Jefe de Policía en el macó?. ¡Es qué hay personas que no tienen ni una “chispica” de sensibilidad!.
Estaba yo toda la semana escuchando las noticias de las radios y de las televisiones, esperando que en cualquier momento apareciera el flequillo del Stani entre la gabardina que le tapaba la cabeza al entrar al juzgado. La gabardina en la cabeza es el uniforme oficial de los que van a declarar, sin saber nada, por supuesto y luego se quedan ya dentro, ellos dicen que para colaborar con la justicia, los más sabemos que porque no les dejan salir… Pues eso, que como mi “compa” que quizás en la otra vida, o incluso antes, si como intuyo su “nenica” se está cansando de tanto entrenamiento del chorvo. “¿·Es qué no vas a parar ni en las pascuas?”, le espeta su contraria. Pues como decía, mi santa está también hasta el moño de un servidor, igual no es necesario que esperemos a la próxima reencarnación para irnos a vivir juntos, sino que en unos meses, de todos es sabido que los divorcios no se hacen firmes hasta una vez pasadas las navidades o finalizadas las vacaciones de verano. La “nota oficial de prensa” es porque no querían romper el encanto y la armonía de los niños. La real es que las santas no se sustraen a quedarse sin regalos de navidad, que nosotros se los hacemos más caros, con la sana intención de comprar su voluntad, más bien su falta de voluntad de aguantarnos por más tiempo, ni por supuesto la paga extra. Como decía, esta semana como cambiaba el mes, deseaba que comenzara mi plan de diciembre. De momento comenzaré con farlek de 5´y 3´. Es decir, cambios de ritmo con cinco minutejos fuertes y tres algo más suaves. Pero mientras que esto llegaba, los días han transcurrido con normalidad. Piscina, la justa, que me aburro mucho, aunque ayer ya me lancé a por los tres mil metros de seguido, en una hora dieciocho minutos, no os riáis, pero ya creo que no me ahogaré, ni en Elche, ni en Zarautz. La natación, con normalidad, es decir nadando mal y despacio. La fuerza en el gimnasio, que me alegra relativamente la vista, pues casi todas las nenicas que estaban en las sesiones a mi lado lo hacían por lo que llamamos “prescripción facultativa”, es decir que estaban gorditas y necesitaban una acción de urgencia y en vez de probar con dejar de comer se van al gimnasio a charlar con las otras enfermas, tontear con los monitores y mover cuarto y mitad de pesas de un lado para otro, en lo que no es más que un blanqueo de dinero o un lavado de conciencia. Ver a los nenicos que se achuchan con tres mil kilos, en repeticiones imposibles, me anima un montón. Pienso, al menos yo no me miro en el espejo después de que haya movido el “carro”, tres milímetros y suspiro para mis adentros: “¡Qué contento estoy de haberme conocido”. Los rodajes por la ciudad, se hacen más amenos que por la mota del río o por el paraje de “Los Cuadros”. Pierdo en el paisaje pero gano en bullicio y en el otro tipo de belleza, que no es natural por supuesto, de belleza natural desde que se descubrió el aumento de pecho y la liposucción andamos flojicos por esta zona.
El sábado y el domingo lo dedicamos al ciclismo. También le dedico una sesión de spinning a la semana, la otra la he tenido que cancelar pues tengo que hacer un rodaje los días que antes iba a ver a mi monitora, que ya definitivamente he perdido. El sábado Juan, Stani y yo nos fuimos a Bigastro. Viento a favor, recorrido llano para que cuando marcó el cuentakilómetros treinta y dos de las medidas de longitud regresar, con el viento en contra y subir ocho veces la cuesta del “Cuello de la Tinaja”. La jodía es dura y la hicimos como series de fuerza. Un kilómetro con el plato pequeño, en mi caso, el burro del Stani se metió la paellera y el trece un servidor, Stani no tengo ni idea que piñón logró mover. Con ochenta kilómetros y con las patas como puré nos fuimos a casa. Comentar que Juan ya ha mejorado su marca personal en la media. Lo hizo en Benidorm, lo que augura muy buenos presagios. ¡Ya le dije que en cuanto se viniera con nosotros se impregnaría del aura de gloria que nos envuelve!. ¡Felicidades!. El domingo Juan se fue a descansar de no se que festorro que tenía pendiente y nosotros nos metimos entre pecho y espalda ciento veinte kilómetros, ir a Totana y volver. La primera intención era ir con la peña ciclista, pero no apareció más que uno. Por lo menos fue el mejor de todos pues nos llevó a Totana a rueda y a mil por hora, tanto fue así que cuando nos despedimos en El Palmar, el se iba dirección a Algezares y nosotros para Monteagudo, respiramos aliviados y bajamos el pistón pues ya íbamos con la luz de la reserva encendida. Decir que nuestro amigo José David sólo tiró durante ochenta kilómetros que duró su salida.
Con esto se acaba la semana. Bueno, no. El sábado se celebró la Gala del Triatlón murciana. Stani y yo, y otros muchos, teníamos un premio por nuestra “gesta deportiva” de Roth. Al final convencí al nenico de Monteagudo para que no fuera y luego lo sentí. Creí, que como los años anteriores, le iban a dar un diploma cutre y lo persuadí para que no gastara tiempo, ni dinero en acudir a la cita que le privaría, con casi toda seguridad, de poder entrenar el domingo. Al final nos dieron una “soberbia” copa del “campeones del mundo mundial” y por mi culpa Stani y su nenica no pudieron recoger y fotografiarse. Como me las han hecho llegar a casa, allí la tengo esperando que acuda a recogerla y de paso improvisaremos una entrega de trofeos con una mano de “don pedritos” y unas morcillas.
Ahora si que acabo y pongo el resumen mensual de mis entrenos, más para orgullo propio que como información o enseñanza de estraños, pues poco tienen que aprender de mí.
Resumen del Mes de Noviembre:
Distancia total: 833,1 km.
Tiempo Total: 59:45:06
Sesiones: 50
Calorias Totales (Teoricas): 40.066

Por semanas:
Del 29 de octubre al 4 de noviembre
Distancia total: 256,82 km.
Tiempo Total: 17:16:50
Sesiones: 14
Calorias Totales (Teoricas): 12.597



Del 5 al 11de noviembre
Distancia total: 208,21 km.
Tiempo Total: 14:49:30
Sesiones: 11
Calorias Totales (Teoricas): 9.269

Del 12 al 18 de noviembre
Distancia total: 228,93 km.
Tiempo Total: 15:18:09
Sesiones: 12
Calorias Totales (Teoricas): 10.141

Del 19 al 25 de noviembre
Distancia total: 134,63 km.
Tiempo Total: 12:33:58
Sesiones: 12
Calorias Totales (Teoricas): 7.062

Carrera a Pie
Distancia total: 143,77 km.
Tiempo Total: 13:11:13
Sesiones: 13
Calorias Totales (Teoricas): 9.933

Natacion
Distancia total: 32,45 km.
Tiempo Total: 13:32:53
Sesiones: 17
Calorias Totales (Teoricas): 8.176

Bicicleta
Distancia total: 656,87 km.
Tiempo Total: 26:01:00
Sesiones: 13
Calorias Totales (Teoricas): 21.202

Fuerza:
Tiempo Total: 7