lunes, 25 de mayo de 2009

Los 101 de Ronda en números

No hay mucho que contar. Las zapatillas fueron unas Kalenji 1000 de las de Decathlon. Sesenta euros. La riñonera una Geonaute, o algo parecido, también de Decathlon de unos quince euros. Mallas cortas Kalenji de Decathlon y calcetines Kalenji de running. Las camisetas fueron unas Adidas de la Maratón de Londres 2002. Una Puma que hicimos hace unos años para Correr y Tirar y una Kelme de manga larga de la Media de Aspe de hace unos cinco o seis años. El frontal el de mi hijo de los scouts (en lo único que me equivoque) y poco más. Nos vinimos con el MP3 sin usar. Los geles sin tocar y las barritas sin probar. Lo único que hace falta es una camiseta y un par de calcetines cada 25 kilómetros aproximadamente, algo de vaselina y algún ibuprofeno por si te da un "perranque". ¡Ahhh! y una botella o bidón de agua, al principio vacio.




Primer tramo desde Ronda al Cuartel
Segundo tramo desde El Cuartel a Ronda









Por supuesto entrenar lo adecuado y de la forma adecuada. No ir demasiado pasado de peso, como fue mi caso.

Este año, hasta Ronda he realizado lo siguiente: 1.757 km. desde septiembre a Mayo de carrera a pie. 2.793 km. de bici más 110 de natación de deje de practicar en el mes de enero.

Los números del gps en Ronda fueron:

Elevación primer Tramo de Ronda al Cuartel.














Paso primer segmento.













Ritmo Cardiaco Primer Segmento















Tiempo primer segmento








































Resumen Primer Tramo
























Elevación Segundo Tramo del Cuartel a Ronda














Segundo Tramo, gráfica de paso














Gráfica de Ritmo Cardiaco Segundo Tramo















Grafica de Tiempo Segundo Tramo














Resumen por Secciones Segundo Segmento






















Resumen Segundo Tramo

viernes, 22 de mayo de 2009

La Alameda bien merecen 101 km.


A los hijos del asfalto, a los dueños de las prisas, a los hipotecados por el crono... Una carrera es una carrera... Igual es que yo identifico dorsal con correr... Releyendo el material de la carrera me doy cuenta que pone “13ª Marcha 101 Km en 24 horas”. ¿Es Marcha sinónimo de Romería?... Creo que no. Quiero entender que el que marcha 23 horas 59 minutos es porque su máximo está ahí... Lo respeto... No podría entender que alguien saliera a correr 101 km esperando encontrar al final de recorrido su otro yo, su martirio o una purga de sus pecados o a sustituir las fiestas patronales de su pueblo por la carrera de Ronda... A una carrera se va a correr, a conseguir objetivos por nimios que parezcan. Lo que para uno es un muro insalvable para otro es una chinica en el camino...


Me revienta el que se haga distinción entre carreras de montaña y carreras de asfalto... Son carreras a fin de cuentas... Lo común es que se lucha contra tí, contra el crono... Las diferencia el terreno, pero también son diferentes los cuatrocientos lisos y los cuatrocientos vallas... Los que alardean de que la montaña es otra cosa, en mi opinión es que no... Al final todos hacemos lo mismo, mirar el crono. Si tenemos diez fotos de diez finales de carreras en al menos nueve no se nos ve la cara porque... porque estamos mirando el crono... ¡No me jodas que vas a correr al campo porque escuchas el trino de los pájaros!. Pues yo, en 101 kilómetros no escuché ni uno...


En Ronda, el ingeniero que ideo las pistas forestales debía ser alérgico al polen... ¡Coño, es que si había un árbol a la derecha, la ruta giraba indefectiblemente hacia la izquierda...!. ¡Ni una sombra, joder!... Es una de las circunstancias más duras de la carrera, el sol, que no el calor... La tierra arcillosa, roja como la sangre, suelta cual neblina es otra... Las colas son otra circunstancia que complica el resultado final... Lejos de solicitar que las cosas se hagan de otra manera, lo que debemos hacer los participantes es adaptarnos... Muchas veces solicitamos cosas abanderando mejoras en la carrera, ésta u otra, pero no nos damos cuenta que esas son las particularidades, si se modificaran hablaríamos de otro evento... Otro hijo distinto al que se parió...

Sabíamos que íbamos bien. En todas las carreras pasa lo mismo, si comienza a pasarte gente es que estás desinflándote... En todas las horas que estuvimos corriendo, muy pocos corredores nos adelantaron, nosotros, ya que salimos los últimos adelantamos a unos 2400... El ver que nadie pasaba o muy pocos, era un síntoma de que estábamos haciendo las cosas bien...


El de la coleta nos puso a todos en fila, fue el ganador

Teníamos un objetivo secreto... Adelantar... sí ¿pero a quién?... Era un juego divertido... Más parecido a un ajedrez que a un combate de boxeo...


La tarde caía y el sol se parapetaba tras los montes... Estábamos cerca del cuartel pero los últimos mil quinientos metros se hacían interminables... Dejamos la conversación con Stani, que me estaba llamando en ese momento, para enfrentarnos con otra cuesta más... Volvimos al charloteo, saber que estás allí te da una gran seguridad de que vas a terminar... Pero ojo, no está todo en el bote... Hasta la raya blanca es carrera... Hablábamos más por los nervios que por otra cosa, Special también estaba preocupado por como reaccionaría nuestro cuerpo tras una más o menos prolongada parada.


Llegamos al comedor con las últimas luces de la tarde... ¡Joder, si que vamos bien...!. Está moderadamente ocupado, eso es buena señal, no tenemos mucha gente delante... Nos vamos a por las bolsas... Topamos nuevamente con la dichosa cola... Para entregar una bolsa, hace falta una persona... En Ronda no, para entregar una bolsa hacen falta cuatro personas... La empresa funciona así... No es crítica, es advertencia para que nos adaptemos... A mí me parece estupendo, lo malo es que no íbamos preparados para ello... Pues eso, en el tiempo que cuatro personas pueden entregar cuatro bolsas, sólo se entregaba una, así que la espera era algo nerviosa...


No habíamos vuelto a hablar sobre el tema, pero era tan claro que ni siquiera tuvo discusión... Abrimos la bolsa y nos cambiamos de calcetines, nos pusimos una camiseta técnica de manga larga... No hace falta más abrigo, no necesitamos cargar con más ropa... Si queremos correr, claro. Probamos el frontal y cogimos el móvil y una botella para los dos. Todo, todo lo demás se volvió a meter en las bolsas y se lo devolvimos a la organización... Comimos, poco, no hay que ir allí como si fuéramos a una comunión... Coca-cola, imprescindible, hay que beber Coca-cola cada vez que te la ofrezcan, isotónico, no demasiado si no quieres ir cagándote por el camino, agua, mucha agua y la sopa... ¡Hummm, qué buena estaba esa sopa!... Un yogurt... El perrito, las patatas fritas y el bistec empanao estaban de mas... Entregamos la bolsa... Otro montón de tiempo en una cola que ya comenzaba a estar más tupida... A correr...

Al principio creímos equivocarnos con la ropa... Teníamos algo de frío... Lógico, la sangre había vuelto al estómago y tardamos unos minutos en coger de nuevo el ritmo... Trotamos hacia la Ermita...


Vemos venir a dos corredores hacia nosotros, sin luz... Como somos unos pardillos le preguntamos si es que se habían olvidado el frontal y regresaban al cuartel a por él... Capullos, es que son de los que van delante, que por aquí vamos en el mismo lado de la carretera, ellos ya han visto al cura y escuchado la misa... ¡Coño!.

Nunca había corrido por la noche... Lo primero que me doy cuenta es que frontal no alumbra una mierda... Le pido a Special que no se aleje demasiado de mí... Ahora era la primera y única vez que la carrera me sobrecogió... Era algo hermoso... Veíamos las luces rojas parpadeantes de los corredores, allí, a lo lejos, pero sobre todo en lo alto... Tintineos rojos marcaban la ruta... ¡Qué empinao debe de estar eso...!. Creo que subimos rápido... Siempre yo penalizando la marcha, mis kilos me perjudican subiendo, ahora aún más... Seguimos adelantando gente que se aparta amablemente de nuestro camino... Ahora soy consciente que lo hicimos bien pero no por nuestra fuerza sino por nuestra ignorancia... Estaba tan oscuro que no fuimos conscientes de la pendiente hasta la mañana siguiente...


De sopetón llegamos a la Ermita... Si nos descuidamos pasamos de largo sin verla... Una casucha poco llamativa y que distinguimos porque había un toldo de la legión cerca de ella... ¡Pá eso no hacía falta subir tan alto...!. Exclamé con desilusión... El zig-zag de bajada es demoledor... Peligroso... Ufff, cualquier adjetivo vale, por ostentoso que parezca... Nos cruzamos con los que suben... Un pobre infeliz, se le ocurre preguntar si falta mucho para la Ermita... Le engañamos, eso está “ancadios”... pero le contestamos: “¡No hombre, no, ya casi llegas!... “¡Date prisa que van a empezar “Los oficios” y nos han dicho que la homilía del cura es preciosa!”... Las pocas fuerzas que le quedan al hombre las gasta en reirse un poco... Ahora vemos a los que suben con sus linternas y frontales... Nada más... Las luces que parecen ir flotando en el silencio de la noche nos recuerdan a las ilustraciones que nos hablaban de “La Santa Compaña”... en la noche de todos los santos...


El asfalto llega y corremos, Special que no para de mirar el reloj me comenta: “¡Garban, a cuatro treinta marca el gps!. En ese momento un coche que cruza nos da ánimos y nos dicen: ¡Así nos gusta, que corraís rápido en la madrugá!... Eso me despierta, ¿La madrugá, ha dicho?. Estoy de puta madre para correr, pero tengo que estar reteniendo demasiado a Special en las subidas... No esperaba que fuera tan tarde...

El sendero junto al río es una trampa mortal... Seguimos adelantando gente pero allí sin correr. No veo una mierda y ya he tenido dos serias meteduras de pata, literales, en un hoyo. Cada vez en uno diferente, claro... Si te rompes o te esguinzas un tobillo, fácil en ese terreno, no solo te quedas sin llegar a meta, estando a cuatro pasos, como quien dice, sino que evacuarte de allí tiene que ser bastante complicado...


Volvemos a la pista y llegamos al cuartel... ¡Qué largo se me hizo ese sendero!. Iba tocado, más mentalmente que físicamente... Cogemos un camino de tierra y comienza el principio del final... Una cuesta donde se ve Ronda allí, al frente, casi la puedes tocar con las manos y crees que es la última... No. Esa dura cuesta no te lleva a ningún sitio importante, sólo tienes que subirla para luego bajarla.... Llegas al río... Ahora si que has terminado, piensas... Imponente la pared insalvable del Tajo de Ronda... Subes la cuesta pero la pared sigue estando allí, a lo lejos, subes pero no lo suficiente para que se acerque el pueblo... Allí ya exploto... Special me anima... Le digo...”¡Esta puta cuesta... Pues no me está hablando, la puta cuesta!... Ya sólo hablo para decirle a Special... ¡Por dios, subamos para coger cota y acercarnos a esa puta pared...!... Sólo quería coger altura para pasar por encima...

Sellando el pasaporte, por última vez

Unos cachondos nos invitan a que nos hagamos una foto... ¡No me jodas, pagar una foto, mientras muero... Eso si que es de enciclopedia del humor”...!. Amablemente declinamos la invitación... Por primera vez nos pasa alguien... Tres corredores que habíamos adelantado en la cuesta anterior llegan hasta nosotros y ya llegamos a Ronda... El piso de la cuesta dichosa es más duro, con sus cantos pulidos y redondeados, que la misma cuesta... En el asfalto paramos a beber agua y a disfrutar de la satisfacción de que ya, ahora sí, estaba resuelta la incógnita... ¡Sí íbamos a llegar a Ronda!... Nos ponemos a correr y al llegar a los tres que íbamos a adelantar los invitamos a que nos sigan... Nos hacía feo dejarlos a quinientos metros de meta... Juntos llegamos a La Alameda... Sin estridencias, ni especiales algaradas... Nos sellan el pasaporte y nos endosan un buen puñado de minutos de más por la cara en el tiempo final... Da igual, llegar era nuestra meta. Nos ponen la medalla. Nos abrazamos y nos hacemos una, sólo una y única foto y nos vamos, junto a nuestras Santas, más santas que nunca porque nos estuvieron esperando catorce horas a ¿dónde?. Efectivamente, si nos conoces acertaste de lleno. Al bar a tomarnos unas cervezas y a que mi Special se fumara un cigarrico que ya hacía catorce horas que no se encendía ningún “trujas”.

Mi pañuelo de Hommer y mi amgio. Esta es la foto de meta, la única y genuina

Pues esto es Ronda, para mí. Para otros será otra cosa... Es una carrera que debes disputar una vez en la vida... Merece la pena... Merece la pena por los Rondeños, Los Legionarios, los corredores... Aunque si de algo me vengo algo desilusionado ha sido de estos últimos, no de todos, claro... De algunos... Mucho adjetivo de cientuneros, de forma de vida... Pero al final todo es lo mismo... Si puedo me cuelo y no espero, faltándole al respeto a cientos de personas... Si la camiseta es fea protesto... Si ...


El problema creo, son los protagonistas... Al final nos parecemos más a los “Galácticos” del Madrid que a los adnegados sufridores y solitarios deportistas corredores de fondo... Nos sobra ego y nos faltan... Nos faltan muchas cosas... Lo digo en plural yo también soy imperfecto y me meto en el grupo de los que tendríamos que mejorar...


P.D.: Llegamos sin ampollas, rozaduras... etc. Sin más dolores que los estrictamente necesarios. El entrenamiento, la planificación y la elección de material es básico para una empresa de este tipo.

El Lunes, para los amantes de los números, muchos, pero que muchos números.


La Legión, gracias por vuestra ayuda y vuestra paciencia

jueves, 21 de mayo de 2009

La Cultura del Ladrillo. (Parte II).

Decidimos irnos p'á Ronda. Los cinco. Nuestras Santas, Special Force un servidor de ustedes y los seis kilos de sobrepeso que estos dos años no he podido quitarme de encima. ¿Cuánto me meteré entre pecho y espalda que a pesar de la tripá a entrenar que me doy no pierdo peso?. Es quizás lo que peor llevo de este vicio del correr. El cuidar la alimentación me produce mucho, pero que mucho stress. Prefiero vivir gordico a estar siempre con los nervios a flor de piel a causa del mal humor que me produce el continuo análisis de lo que estoy comiendo.

Pertrechados con nuestro equipo y dos listas de “porsiacasos”. El maletero lleno de trastos y un nerviosismo y una ilusión que contagiaba a mi ya hastiada de carreras y compañera de fatigas, mi Santa.

Habíamos repasado un sinfín de veces todo. A que hora llegaríamos a Ronda, que haríamos primero, cuando nos levantaríamos al día siguiente, como afrontaríamos la carrera... Quien me conoce sabe que externamente siempre estoy de chascarrillos, bromas y risas, pero que soy una persona metódica hasta la exasperación. No me gusta dejar nada a la aventura, nada que no esté planificado...

Lo primero que tenemos que poner en claro es que hay dos temas que juramos todos, los cinco que íbamos en el coche, mantener en secreto... Seguro que algún día entre gin-tonics y bromas lo contamos, pero hoy por hoy es secreto de sumario. Dos etiquetas para el futuro, no podemos unir en la misma conversación Ronda con “El trayecto más corto” o Ronda con “Cremas Hidratantes”... Ahí lo dejamos...

Un poquico antes de llegar al Puerto de La Mora paramos a tomar unas cañas. Allí nos encontramos con unos cartageneros del Mandarache que luego coincidirían de nuevo con nosotros en el restaurante italiano en Ronda para comer. Tras una horillas de viaje alcanzamos nuestro destino... Por supuesto ,ya fuera de cualquier horario previsto... Para no dar pistas, decir que tuvimos que parar , como no podía ser de otro modo, sobre las tres y media de la tarde para intentar tomar algo en el merendero más cutre y más alto de una ruta que lleva a Ronda..., pero de aquella manera. Por supuesto sólo hicimos un pis... Y porque no quedaba más remedio.

Encontramos el hostal. Siguiendo nuestra tónica de todo a un euro, un lugar de ambiente “familiar”. Allí ya estaban las habitaciones hirviendo de corredores que regresaban de comer. A quince metros había un italiano al que nos fuimos a comer pasta... La pasta y los plátanos son dos “manjares” que he apartado de mi alimentación por unos meses... En una mesa junto a la nuestra los Mandareche que nos habíamos encontrado a las puertas de Granada. Se desata la conversación y nos advierten que vamos muy eufóricos, que se nos ve poco preocupados... Le explicamos que entre nuestro “material” llevábamos unos euros “p'á cerveza” y pocas ganas de complicarnos la vida... Nuestro objetivo era terminar en el tiempo y forma que fuese y con tan pocas aspiraciones no nos íbamos a presionar en exceso. Concretamos con el pizzero unas cervezas para cuando pasara la carrera por la puerta del local y dimos consejos de entrenamientos y planteamientos de carrera, cual más disparatado a los ya veteranos. Ellos se encontraban presionados, el año pasado no pudieron acabar y se lo habían tomado como algo “personal”. Uno de ellos el más joven, al final se lo merendó en 12 horas 30 minutos... Los otros penaron bastante más.

Como eran más de las cinco y media nos fuimos directos para el polideportivo... Allí fue donde comenzamos a tomar conciencia de la realidad de los 101 kilómetros de Ronda.

Los alrededores hervían de corredores y legionarios. Los primeros intentaban llegar a por sus dorsales, los segundos informaban y trataban de ayudar al forastero. Hay que planificar bien cuando has de ir a recoger el dorsal. Nosotros, sobre las cinco y media llegamos al límete de lo tolerable. Tardamos unos cincuenta minutos para recoger la bolsica con una cola de unos veinte metros. Cuando salimos la cola ya alcanzaba una longitud de más de 200 mts. No se lo que tendrían que esperar los pobres que se pusieron a esa hora a entregar la documentación. De allí fuimos a La Alameda. Allí entregaríamos las mochilas que dejaríamos en El Cuartel. Estimamos que si íbamos a correr a Setenil llegaríamos a buena hora y no necesitaríamos nada. Lo que en un principio era un acierto, a la postre se convertiría en un error que nos podría haber ayudado a solucionar el mayor de los desaciertos cometidos... Más tarde se verá el motivo...

En La Alameda se respira una aire más sosegado que en el Polideportivo, donde casi todo son nervios por la largísima espera. Moraleja: Hay que llegar pronto a recoger el dorsal o te comes una espera, por corta que sea la cola de una hora mínimo). Para dormir en el Polideportivo hay que hacer otra cola, para dejar la bici, en caso de ser bikero, otra y así sucesivamente... Dejamos las mochilas en un plis-plas. Me gusta que las metan dentro de grandes y fuertes bolsas de plástico y cerradas con cinchas, seguro que no perdemos nada... Recogemos a nuestras Santas y ya nos tiramos a Ronda la nuit...

Una carrera de este tipo permite que la noche antes, sin pasarte, puedas tomar una cerveza y pasear un poco con la parienta... Nuestros compañeros y compañeras lo agradecen. Para ellos las vísperas de las carreras son un aburrimiento mientras que nosotros estamos con los pies en alto.

Cenamos pronto. Ya estábamos aprendiendo. Si te descuidas un poco todos los restaurantes están llenos y tienes que hacer una cola extra esperando mesa. Un paseo para ver como cientos de corredores y familiares se desesperan esperando un lugar donde medio cenar. Disfrutamos del colorido y buen humor del “Los últimos Sus-murais”. Un grupo creado en internet por una buena causa para correr en Ronda. Y ahora sí, ahora está todo listo. A la cama. Antes repasamos con la lista que llevamos todo lo convenido en las riñoneras. El objetivo era llevar de todo lo que nos habían dicho que podríamos necesitar, pero no duplicar el contenido. Si yo llevaba esparadrapo, Special Force llevaría tiritas, si yo vaselina, él cacao para los labios y así sucesivamente.

Dormí regular. Es normal, la experiencia es la madre de la ciencia y todos sabemos que esta noche no es la buena, lo buena era que durmiera la anterior...

Como los burricos que atan a al noria, ya habíamos aprendido bastante del mecanismo de la prueba. Desayunamos a las ocho y a las nueve nos dirigimos al polideportivo, esta vez otro, no muy lejos del de la tarde anterior. Entramos con todos nuestros bártulos. Camisetas que cambiaríamos antes de la salida, zapatillas por si el cesped estaba mojado no salir con las de competición húmedas, una mochila grande donde meter todo y dárselo a nuestras santas. El llegar temprano nos evitó lo que ocurrió con posterioridad a los marchadores que llegaron con el horario más ajustado. Como la hora se venía encima comenzaron a dejar pasar solamente a bicicletas y los de a pie tuvieron que chuparse otra espera y otra cola interminable. Fotos con el carnero, fotos con la bandera, fotos con los compañeros de Special Force, fotos a lo que fuera o fuese, había que ocupar la espera. Decidimos, más por hacer algo que por necesidad, que ya era hora de ponernos con la vestimenta de correr y devolverle la mochila a nuestras santas. Ya estamos listos, otro nuevo repaso. Montamos una cadena con los ciclistas que ocupaban todo el anillo del campo de fútbol que hiciera llegar la mochila a las chiquillas que estaban en la grada. Eso animó un poco el cotarro, pues rompió la tensa espera de los bikeros esperando a que tiraran el cohete. Llegó la mochila a las nenicas y ya la suerte estaba decidida. Salen los ciclistas. Casi cuarenta y cinco minutos de bicis pasando. Nos vamos a mear... Debajo de un árbol del campo de fútbol.

Cuando llegamos los 3000 marchadores ya están en la línea de salida como si de un mil quinientos se tratara... Inocentes pensamos que en 100 kilómetros nos daría tiempo a todo, no hacía falta comenzar a dar empujones, ni saltar vallas para coger un sitio más cerca del arco... ¡Primer gran error de la mañana!. Tiran los cohetes, nos abrazamos y nos juramos por última vez que no nos dejaríamos el uno al otro en toda la prueba. Si decimos de retirarnos el otro debería coger por los huevos al compañero y arrastrarlo hasta La Alameda, costase lo que costase... Ya habíamos decido no volver nunca más y una retirada nos hubiera tentando a retar de nuevo a la suerte.

En nuestro peregrinar por el pueblo nos dedicamos a escudriñar entre el gentío... Lo mejor de la carrera, sus gentes... No vemos a las chiquillas, nos jode, nos hubiera gustado despedirnos de ellas, más que “ná” por si no regresamos... De correr, con lo mal situados que estábamos, ni se plantea. Lo principal es salir vivo de allí. En cualquier momento te puede atravesar el hígado uno de los bordones, bastones y demás utensilios que utilizan los marchadores para ayudarse y que con tan poco tiento portan algunos. Que no te piquen como a un toro con una garrucha de esas es el principal objetivo de esos primeros metros. Saludamos a varios murcianos que nos encontramos por el camino...

Salimos del pueblo, la estampa es conocida por las fotos, volvemos a ver un enorme gentío por una senda roja y polvorienta que a malas penas deja sitio para correr. Nos miramos sin decir nada: “¡Vaya una cagada!” pensamos. ¡Qué mal nos hemos colocado!. El camino es ondulado, asequible para correr, pero somos prudentes. Corremos cuando es llano o cuesta abajo y el gentío nos lo permite, cuesta arriba se anda...

Una curva y un gentío se arremolina alrededor de algo que no acertamos a saber que es... Pronto nos damos cuenta... Es la cola para llenar el bidón. Es el primer avituallamiento... Ya estamos seguros... ¡Somos unos capullos!. Pasamos del primer avituallamiento, tampoco era imprescindible... Nos juramos no volver a saltarnos ninguno... Pero éste, en éste se va a parar Rita... El Tomtom comienza a reconfigurar la estrategia... Tenemos que apretar pues de lo contrario en cada uno de los avituallamientos tendremos que esperar a que pasen todos los que van marchando. Hay que correr para llegar con menos gente por delante al agua...

Te tienes que quitar el sombrero para agradecer a la gente del camino que sacaba de sus casas su manguera, sus garrafas de agua, sus caramelos, fruta... A la gente que animba sin cesar como si de un partido de noventa minutos se tratara, a los legionarios que a pleno sol se encontraban en los sitios más recónditos y perdidos del camino para cuidar, animar e informar a los participantes.

Pasamos el segundo avituallamiento y el tercero. Ya se puede correr, la cosa comienza a estar bastante más clara. La gente hace la goma. Nosotros le pasamos, pero la mayoría no paran en los puestos y de nuevo tenemos que volver a pasarlos. Nos cruzamos con las bicis. ¡Nenudo espectáculo!. Parece como si tu fueras montado en una de ellas... El campo de prácticas y el circuito Ascari. Kilómetro 25 aproximadamente... Nos damos cuenta del gran error que hemos cometido de nuevo... Veinte minutos esperando a coger un vaso de agua y un pequeño bocadillo. Donuts, barritas, naranajas, plátanos... ¡Aquí hay de todo!. ¿Para qué coño cargamos con tanta mierda?. La espera y el convencimiento que vamos cargados como burros para nada, nos hace bajar un poco la moral. Vaselina, cambio de calcetines, cambiamos cada 25 kilómetros, pues el polvo del camino destroza los pies y si las herramientas de trabajo fallan, ¿cómo vamos a currar?. Pensamos en desacernos de todo allí mismo y quedarnos con un bidón vacío para los dos... Sopesamos los pros y los contra... ¡Coño dejar tanta pasta en medio de un camino es una frivolidad!. ¡Si hubiéramos dejado algo en Setenil allí podríamos deshacernos de todo, pero como no ha sido así, tendremos que cargar hasta el cuartel. Ya comienza a hacer calor... Lo superamos bastante bien, correr a las cinco de la tarde por la mota del río en Murcia de dos a tres horas diarias en un ejercio que curte... En Arriate ya comenzamos a pasar a gente muy madura... Adelantamos a unos amigos y en la Cuesta de los Cochinos a otros. La gente está tirada por las orillas. Otros recogen agua de una “regaera”, sin preocuparles si ese agua es potable o no... Es algo muy parecido a una “catástrofe”. ¿A qué velocidad saldría esta gente si nosotros no hemos podido adelantarlos hasta el kilómetro treinta y tantos?.

Special Force va como un tiro. Yo voy muy bien... Vamos sobradamente preparados, seguros de nosotros mismos... Igual que el estudiante que se examina y sabe que ha estudiado, que tiene los deberes hechos... Nos ha fallado el ser unos pardillos (perdemos mucho tiempo en las colas y transportamos peso de más)... Yo voy bien, insisto, mis seis kilos de más van algo peor... En llano y en cuesta voy al ritmo del “chico de la empresa”, cuesta arriba lo retraso algo. He llegado a Ronda muy tocado de las rodillas e intento cuidarlas y mover todos los kilos de más contra la gravedad me penaliza...

Bajamos de la Cuesta de los Cochinos y el humor no nos deja. Le pregunto a Special, nazareno como yo... ¡Oye, Special!. ¿yo con qué salí, con cruz o con cirio...?. El personal mira, pero no dice nada...

Llegamos a la Romería... Allí un compañero de Special, se atreve a seguirnos pero hoy no iba a ser el día que nos adelantara nadie. Pronto desiste en la disputa. En el kilómetro 40 paso a “Guille”, nos conocemos de la “Pujada al Castillo”. Me paro un segundo para saludarlo y seguimos a nuestro ritmo... Los kilómetros de más hasta Setenil nos están poniendo nerviosos. No aparece el pueblo y por los gps ya nos marca que teníamos que estar bebiendo y cambiándonos los calcetines. El calor hace que no haya digerido demasiado bien lo poco que he comido... Poco, porque se ha de comer poco, pero lo necesario para correr sin desfallecer... Tengo algo de angustia, pero no digo nada a mi compañero... En Setenil me tomaré un ibuprofeno, aunque eso sea ayuda externa... Pasar por las terrazas te pone los “pelos tiesos”. Es un pueblo muy bonito y la gente te trata como debieron de tratar los griegos a sus héroes olímpicos... No puedes dejar de correr y saludar... De vez en cuando tengo que tirar de las riendas a Special, que va desbocado y se anima con los aplausos...

En Setenil ya no hacemos cola... ¡Menos mal!. Ya llevamos mucha gente detrás y más que quedarán. Tampoco teníamos que recoger nada, así que pillamos lo justo del punto y nos vamos a unas pequeñas escalinatas a cambiarnos de calcetines y de camiseta. Junto a nosotros se encuentra una pareja que debe estar esperando a algún competidor. La chica muy guapa... Como no podía ser de otra manera le lanzamos unos “requiebros” y alguna que otra chanza... Enseguida nos preguntan: “¿De que parte de Murcia sois?”. Resulta que eran de Puerto Lumbreras. El chico de ella ya ha pasado, le preguntamos el dorsal para que cuando lo adelantáramos darle recuerdos de su parte... ¡Somos más chulos que un ocho!. En ese momento la chica de él llama por teléfono para decirle que está llegando a Setenil (luego se dió cuenta que de llegar nada, que faltaba bastante más de lo que ponía el bloc) pero que está muy mal, que se va a retirar... La gente se paraba para no levantarse, algunos salían en camillas... Decidimos dejar tan buena compañía e irnos de allí, antes de que se nos pegue algún virus del tipo “retirada”... Le dejamos un poco de vaselina para la novia de nuestro nuevo amigo y tiramos hacia otra cuesta más...

En el siguiente punto le pregunto en canchondeo a un legionario ¿Cuántos kilómetros llevamos?... El tío me contesta cinco menos de los que marca el gps... Le digo con sorna: ¡Pues yo, en cuanto me marque el bicho este 101 me paro, esté donde esté y tenéis que llevarme la medalla y la sudadera hasta allí!. Hicimos peña un ratico con un grupo de la legión, con un guardia civil... Con mucha gente...

A Special-Force no hacía más que sonarle el teléfono... ¡Le llamaba ya Obama, qué tío más conocido!. Las primeras llamadas fueron algo despistadas, su madre le decía que comprara el pan que hoy era doble y los de la caja de ahorros para que fuera a recoger un regalo... Luego comenzaron a llamar las nenas y los amigos... Eso si que da alas...

El camino hacia el cuartel se hace largo... Por contra el sol ya había desaparecido del horizonte y comenzaba una nueva etapa... Pero eso ya será mañana...

miércoles, 20 de mayo de 2009

La Cultura del Ladrillo. (Parte I).

Tras algún tiempo sin escribir de nuevo retomo el vicio. No lo abandoné, solamente pospuse el blog esperando que los ánimos estuvieran de otra manera, sobre todo los míos.

Recibo algunas críticas sobre los relatos, unos piensan que son muy largos, otros que han perdido ironía y frescura... Intentaré dar gusto a todos, dividiré éste en varias partes y procuraré que suene divertido.

Con mucha ilusión pero cargados como burros antes de entrar al campo

No os dejéis llevar por el título y creáis que Garbanzito se va a poner a hablar de economía o de la crisis. Es sólo un guiño a uno de los símbolos de los 101 de Ronda, su medalla popularmente conocida por “el ladrillo” y muerta, esperemos que no definitivamente, en esta edición.

Los Cientuneros, como ellos se adjetivan, sólo hablan de su ladrillo, una medalla enorme de cerámica que te cuelgan al cuello cuando finalizan la prueba y una sudadera con la que te resguardan del frío. Este año cambiaron “el ladrillo” como ya dije, por una medalla, también enorme, de metal. La sudadera nos la entregaron a la llegada y también este año ha habido problemas por las tallas. En el foro de La Legión no paran de hablar de las tallas de las sudaderas, del cambio de material de las medallas y de otros cientos de “pequeños” y no tan pequeños detalles (por ejemplo el de las duchas). En mi opinión el personal pierde la perspectiva del asunto. Hablan, antes de la prueba, de vivencias, compañerismo, superación, lealtad... Al final sólo protestan por pequeñeces, que si la medalla es de chapa o si la sudadera es pequeña y no van a poder lucirla por los parques, entrenos y carreras populares...

El reto es terminar, alcanzar tu objetivo o superar tus complejos. La medalla te la ponen porque llegas a un lugar, La Alameda. La sudadera te la regalan para que te resguardes del frío. Quizás tu objetivo, reto o complejo se ve superado ya ampliamente con que te pongas en la línea de salida, superes la “Cuesta de los Cochinos” o te pares en el circuito “Ascari” a ver como un fulano da vueltas con un coche de “a cien mil

Lo de las bicis es indescriptible, aunque un poco caos

euros” que está claramente fuera de contexto en ese precioso paisaje de la Sierra Rondeña. La sudadera, la medalla, son accesorias y al final, tras quitarnos la careta, se convierte en fundamental.

No soy mejor ni peor que los demás, pero sinceramente, mi medalla grande o pequeña, mi sudadera pequeña o de mi talla no servirán para presumir delante de otros corredores, tendrán un lugar privilegiado en mi sala de trofeos, junto a los diplomas de Roth, el dorsal del invencible Zarautz o mi camiseta de Finisher, así que la talla o el material de la medalla es manifiestamente intrascendente. La simbología, como dicen algunos, es importante, pero más aún es lo que simbolizan.

Comenzaremos por el final, por si alguien no quiere seguir leyendo. Llegamos a meta tras muchas horas de esfuerzo que no comenzaron a las once y diez del dieciseis de mayo del dos mil nueve, sino algún tiempo atrás, en un lejano mes del año dos mil uno...

La Legión, 101 kilómetros, Ronda y nuestra revista CorreryTirar.

Un grupo de “amigos” que no nos habíamos visto la cara en la vida, decidimos tirarnos al monte y crear la revista del corredor popular vía internet “Correr y Tirar”. Un catalán, un vasco, un valenciano, un madrileño y un murciano, nos lanzamos a publicar y dar a conocer carreras por nuestra geografía y fuera de ella... Un día, en el virtual consejo de redacción que teníamos todas las semanas, Spanjaard nos propuso hablar de una carrera de ultrafondo que se celebraba en Ronda y que organizaba La Legión. Raro es que yo no tenga conocidos que hayan realizado cualquier cosa por rara que parezca. Enseguida me lancé a buscar alguien que nos pudiera contar de que iba aquello. A nosotros el tema militar nos ponía un poco en “estado de prevención”. A las pocas horas ya había contactado con un Ciezano llamado Paco y un Murciano que se llama Jose Antonio que encantados se prestaron a escribir un relato que dividimos en dos o tres partes que daba una información, por supuesto subjetiva, de la carrera. En que consistía, como era, que se necesitaba. Ya aquella información provocó controversia... El espíritu de Ronda es diverso. Unos, como era el caso de estos dos amigos con los que luego correría muchos kilómetros, querían disputarla, los que sólo querían terminarla opinaban que no habían captado el espíritu verdadero.


Si, ya se que es un tópico, pero yo no me venía sin esa foto.

Por aquellos años, recien estrenada mi condición de veterano, mis aspiraciones eran otras. La Liga Nacional y Regional de Cross y las Medias Maratones copaban mis objetivos e inmediatamente, tan rápido como pasó la edición de ese año, Ronda desapareció de mi mente.

La aburrida bicicleta, el ciclista vacilón y mis buenos amigos Special Force y “El Mago Pepo”.

El pasado año, tras la decepción de Zarautz, penaba por esas carreteras con mi “china” y me encontré a lo lejos un grupillo de ciclistas. Desesperado de hacer kilómetros “a solanas”, sin objetivos ni ilusión, me lancé a por ellos para no seguir sin compañía. Me acercaba y pronto el grupillo se percató de mi llegada y apretaron... Me mosqueé, a un finisher no le vacila una grupeta de globeros de poca monta... Apreté y ellos apretaron... Conforme me acercaba pude distinguir sus maillots rojigualdas con la cabra de la legión... Les pregunté: ¿Es que habéis terminado en Ronda?... Comenzaron a mirarme como si fuera un bicho raro... “¡Por supuesto!, me comentaron... Esa manera de contestarme, ese orgullo en la afirmación, me hicieron inmediatamente tomar la decisión. El próximo año yo también portaría uno de esos...

Transcurrieron los meses y nuestro amigo “El Mago Pepo” vino a casa a celebrar un sarao. Un par de días de fiesta dan para mucho y tras unos trucos de magia y algunos gin-tonic también mágicos convencimos a Special Force para que se inscribiera y nos acompañara. Special, un tío de la “empresa”, bragao como el que más y comprometido se resistía. Un par de trucos más y otros diez o doce gin-tonics hicieron el resto. En la primera semana de Noviembre se selló lo que luego sería una dura, interminable pero magnífica aventura.

¿Y cómo lo hacemos?.

Con el asesoramiento de mi amigo Alfonso, a la vez mi entrenador y lo que El Mago, Spanjaard y lo que leíamos en los foros nos fuimos haciendo una composición de lugar.

Lo primero que tenemos que determinar es el punto de partida. A Ronda acuden, como acuden a los santuarios milagrosos, muchos optimistas, seguros de si mismos y contentísimos de haberse conocido, que hacen de su afición una epopeya, un drama, un día infernal. Salir una hora al día, cuatro días a la semana y pasear por el campo una mañana de domingo con el pariente o la parienta es un claro ejemplo de lo que no hay que hacer, pero en todo caso lo siguiente a determinar es proponer el objetivo. La premisa al elegir el objetivo es que debe ser “conseguible”. Si estás gordico, no sueles correr demasiado y entrenas poco, estará mas dentro de lo probable el proponerse terminar que el intentar ganar la prueba.

Lo segundo es planificar un entrenamiento adecuado. El volumen debe primar sobre la intensidad. El entrenamiento para una media, por ejemplo, no es el adecuado para esta prueba aunque corras 50 medias al año. Salidas diarias progesivas en cuanto a tiempo, si demasiada intensidad, pero llegando a alcanzar las dos horas corriendo, algunas de tres y una de cinco al menos a la semana deben ser las habituales conforme se vayan acercando las fechas de la prueba. Por supuesto por terreno duro, quebrado, no vale que sea rompepiernas, tiene que ser duro, donde la misma cuesta te ponga a caminar en vez de correr y largo. No valen subidas de seiscientos metros. Nuestras interminables subidas por “El Sequén” a la “Cresta del Gallo” de más de siete kilómetros y con unos mil quinientos metros de desnivel acumulado, nos ayudaron de una manera definitiva.

Lo tercero es determinar que es lo que deseas, ¿marchar?, ¿correr?. Si tu objetivo es marchar, el equipo y la forma de afrontar el reto es totalmente diferente a si pretendes “correr”. El correr siempre es entre comillas. No hablamos de los que ganan, hablamos de mortales como nosotros. La carrera no te deja correr demasiado. Las cuestas y las colas (ya hablaremos de las colas), te marcan el ritmo, te cuidan, ofreciéndote los descansos que tu no te darías si el terreno fuera siempre favorable.

Si deseas marchar, una riñonera con uno o dos bidones de agua, barritas, geles, nueces, vaselina, calcetines, camiseta, tiritas, medicamentos... es imprescindible. Lo primero decir que en contra de lo que podáis leer y escuchar allí hay de todo, pero la fatiga va haciendo que cada vez tardes más entre los puestos y una hora u hora y media entre determinados puntos pueden romper con toda tu estrategia de carrera, debes llevar agua y elementos que puedas necesitar. Si deseas marchar un mp3, un “loro” al estilo hip-hoplero pueden incluso ayudar a que termines...

Si deseas correr, si deseas correr no necesitas más que un bidón de agua vacío, calcetines para cambiarte, si acaso una camiseta y algo de vaselina y nada más o poco más. Allí hay de todo y a una distancia asequible uno de otro. Todo lo demás que lleves es supérfluo, innecesario. Otra cosa será que “pinches” y cambies al plan B, entonces querrías haber cargado con todo lo que no llevas, pero es algo que debes valorar.

En una carrera de 101 km creerás que la posición de salida no es importante, no cometas ese error... La salida es importantísima, no por correr desde el principio, sino porque te ahorrarás ponerte detras de siete mil tíos para coger un vaso de agua en el primer avituallamiento. Se pierde muchísimo tiempo haciendo colas en esta prueba, desde que intentas coger el dorsal, hasta que te propones recoger el diploma... No es crítica, la culpa no es de la organización que debe de atender a 7000 personas, sino que nosotros debemos espabilar para intentar minimizar el tiempo de espera... Eso sí, sin colarse en ningún sitio... Que también los hay que tienen una jeta dura... dura...

La intendencia también es muy importante. Si buscas alojamiento en el mes de noviembre lo encuentras a treinta metros de meta a precios asequibles y con una calidad adecuada.

¿Nos vas a contar la carrera, Garban?.

Pues no, hoy no. Estas han sido unas primeras impresiones mías. Seguro que alguien piensa de otra manera. Seguro que no estoy en posesión de la verdad, pero si un hijo mío fuera allí le daría estos mismos consejos: Prepara adecuadamente la carrera. No cargues con nada que no sea imprescindible. Confía ciegamente en la organización, no te fallarán. Y por supuesto, corre, corre como si te fuera la vida en ello, la recompensa es tan dulce que lo merece.

Ahora mismo me pongo a contaros la carrera, la nuestra, que otros seguro que la vivieron de otra manera. Fue muy dura, muy divertida y de nuevo dura, para convertirse en divertida... Es lo que nos pasa a los sin cerebro... Al final nos vale con llegar y el resto lo guardamos como algo positivo ya que nos aporta experiencia, sabiduría y por supuesto nos aporta algo más a nuestra vida que podamos contar a nuestros nietos...


Desvelo un secreto... Por si acaso alguien aún duda... ¡No, no voy a volver!.