jueves, 15 de enero de 2009

El peligro de los disfraces... o Fama ¡A bailar!

Ya hace tiempo que dejé de escribir. Intentaré retomar la actividad, pero no aseguro nada. ¿Porqué?, pues no lo sé. Supongo que la falta de ganas de contar lo que me ocurre debe ser el principal escollo de la cuestión. La motivación es muy importante y hoy por hoy carezco de ella. Me faltan ganas para escribir.


Una cosa no quita a la otra. El no tener interés por contar mis tonterías no significa que no les esté dedicando tiempo y ganas para realizar muchas de ellas.

En un diario de los gratuitos, que la crisis nos afecta a todos, leí que sólo un reducido número de las personas que se ponen metas para el año nuevo son capaces de ponerse manos a la obra. Es lo que siempre les digo a mis hijos, los sueños son sueños, el poder realizarlos sólo es cuestión de interés, trabajo, ilusión y sacrificio. Cuando era crío recuerdo que muchas noches me acostaba deseando que a la mañana siguiente ocurriera algo, pero me sentaba a esperar que sucediera… Lógicamente nunca se cumplieron esos tipos de sueños. Hay que salir y buscar la suerte, si es que existe, en casa lo único que te puedes encontrar es que veas algo que limpiar o alguna cosa que arreglar…

Para este año me había propuesto nuevas metas. Unas van por mejor camino que otras. La del peso es una cuestión perdida pero que no dejo de lado. Desearía estar por los sesenta y nueve, pero rara vez aparece el dígito seis por la báscula y en cuanto lo veo, no más allá de veinticuatro horas vuelve a subir el siete, escaso, pero el siete… Esperemos que para febrero, el maratón de valencia, esté algo más fino.

La primera cuestión que he solucionado ha sido la natación. No, no es que me haya levantado sabiendo nadar y haciéndolo a la velocidad del rayo, no. Lo que he hecho ha sido cambiar de hora. A las cuatro me era imposible mantener el ritmo y la ilusión que necesita la aventura. Desde el primer día de enero la hora del entreno es las siete de la tarde. He dejado de comer de tapper y regreso a las costumbres de las personas, comer en casa y a la hora de comer. De momento ya voy mejor de ánimos, voy mejor alimentado y duermo mi siestecica y “tó”. En cuanto al rendimiento, ¿qué decir?. Stani dice que nado mucho mejor, es otra de las ventajas de cambiar de horario, ahora tengo como compañeros a Stani y a Toni… Me doblan cada trescientos o trescientos cincuenta metros, me capuzan y se ríen de mí, pero la sesión ha ganado en risas y buen ambiente, sobre todo por mi parte, ya que no acudo con la pregunta de todos los días me hacía con anterioridad:¿Qué coño hago yo aquí?. Isa, la señorita Rotenmeller de turno, me mima y se disgusta, medio en broma, medio en serio, porque al final de cada sesión me como de mil a mis trescientos metros que hacen más mis compañeros… De todas formas, ella sabe que me esfuerzo al máximo. Aunque la cifra de metros conseguida no es moco de pavo, unos 3800 por sesión, mientras que mis compis van por los 4800 por día.

Los entrenos en bici han disminuido. Cuando no llueve, nos chispamos el sábado y cuando no ocurre ni eso ni lo otro, hace tanto frío y tan mal tiempo, que por si acaso nos mojamos no salimos. Eso no significa que nos quedemos durmiendo. A estas alturas, los domingos que no salimos con la bici, nos hacemos un largo de 30 kilómetros y de uno que deberíamos llevar, ya hemos realizado tres o cuatro. El domingo pasado, sin ir más lejos, nos fuimos Special Force y yo a la Cresta del Gallo, Las Antenas y regresamos por El Valle. Unos setecientos metros de desnivel acumulado, con unos 12 kilómetros de subida constante con grandes pendientes, para un total de 31 kilómetros totales, supongo que eso será bueno para Ronda… Los cuadriceps se declararon muertos al final del día y me están pasando factura para correr esta semana, pero todo sigue su ritmo.

Este año si hago las series que desde hace dos años dejé de lado. Se nota la mejora. De hacer los tres miles a 4:22, me los hago a 4:15, sin darme demasiado agobio. Estoy bastante bien a pie, aunque todavía regordete.

En la bici las cosas van como van. A pesar de los varios domingos que hemos fallado, he intentado parchear el déficit saliendo entre semana cincuenta o sesenta kilómetros por salida. No han sido muchas las salidas extras pero algunas si han caído a la capaza.

El viernes, gracias a que el Capitán Bajoca tiene que ir a vender a Jaén vamos a conocer una carrera de la que todos nos han hablado maravillas, la de Las Antorchas de San Antón. Iremos a divertirnos, a disfrutar, a ir despacico para poder captar todos los ambientes y todos los matices. Era algo que no estaba previsto, pero una oportunidad así no se debe dejar pasar. El domingo correremos en Santa Pola, iré al ritmo que me deje correr la pasada del viernes. No me obsesiono, se que estoy bien o en camino de conseguirlo, no miraré el tiempo del reloj. Desde hace un par de años dejé de mirarlo, incluso de ponérmelo en las carreras.

He pasado unos días malos a nivel físico. He tenido una lesión. ¡Qué nadie se ría!. La lesión ha consistido en un ronchón entre las piernas. ¡Sí, un quemao en los muslos, como dicen por aquí, una escoriación!. Y preguntareis, tiernos infantes, ¿Cómo coño te has quemao la parte interior de los muslos?. Pues el asunto es de bastante risa, así que lo puedo contar aquí,. ¿Qué os creíais, qué tengo vicios inconfesables?. No, de momento, todos los vicios son confesables, aunque unos más humillantes que otros.

El asunto ocurrió como sigue: La carrera de la San Silvestre Crevillentina, la corremos el Capitán Bajoca y yo, desde hace algunos años, disfrazados de Superman y Supermana, o más correctamente pronunciado, Superwoman. Cuando mi Santa sacó el disfraz del baúl no encontró las medias de la “superheroína”. Con las prisas me fui a buscarlas al “todo a 100” de los miles de badulaques que regentan los chinicos por aquí, por Murcia. La chinica de los cojones me dijo que las medias, no solamente eran de gran calidad, sino que además, a pesar de su precio, eran de mi talla. A Crevillente me fui con unas medias que al ponérmelas me venían, no ya pequeñas, sino chicas, chicas… Como uno es muy coqueto, no era cuestión de salir sin las lustrosas, baratas, embellecedoras y putas medias puestas… El tiro de la entrepierna me llegaba por la mitad de los muslos y las pantys estaban más tensas que el alambre de un funambulista.
Nos lanzamos a la carrera y la tensión y la gran calidad de las medias, con sus costuricas por los muslos hicieron el resto. Me quemaron ambos muslos a la altura de las ingles, ocupando una superficie de dos hectáreas, unidad en la que había que medir los daños materiales de mis jambas debido a la gran superficie arrasada por las llamas de fricción que me provocó el complemento. Muchas cremitas, muchas curas y mucho morderme los labios para sufrir en silencio estos ronchones, sólo comparables a la quemazón de las almorranas.

Ya estoy curado y la dolorosa lesión no ha impedido que pudiera entrenar, con mucho sufrimiento, pero se entrenó. Mis muslicos tiene una cicatriz tal cual como quedó el erial de la Paca después de quemar el rastrojo. Y eso que aquello se puso con más temperatura que la entrepierna de un soldao…

Por último comentar mi nuevo objetivo para este año. Este es en común. Pero no es ni con el Capitán Bajoca, Special Force, Stani o cualquier otro. En este proyecto tengo como compañera a mi Santa. De todos es conocido mi gran afición al baile. En mis años mozos no había fin de semana, ni discoteca que se resistiera a mi encanto bailaor… Con mi tupé, mi desparpajo y mi poca vergüenza arrasé cientos de pistas. Mi baile más parecido al de Tony Manero que al de Victor Ullate, era como mínimo, comentado por todos/as. Unos decían que era un “desgraciao”, otros que “si iba fumao”. Ni lo uno, ni lo otro. No me falta un hervor o al menos a mí no me lo parece y jamás me puse un porro en la boca, pero es que soy así, ecléptico, asimétrico y descordinao… Mi santica, que también le pirra bailar y yo siempre nos hemos sentido envidiosos de aquellas parejas que salen a la pista y se ven que disfrutan del baile y además lo hacen bien, o medio bien, así que hemos decidido “RECIBIR CLASES DE BAILES DE SALON”. ¡Qué no se ría ni dios!. Pues sí, allí que vamos mi nenica y yo a darle a las caderas, a marcar los pasos, a dibujar un “dile que no” y el resto de figuras. Lo cierto es que al principio fui sólo por contentar a mi santica que siempre se queda sin realizar sus ilusiones para que yo realice las mías. Ahora me gusta y me lo paso pipa. Casi he perdido la poca vergüenza que me quedaba y me marco los pasos, con un desparpajo y unas roturas de caderas sólo dignas de un bailarín del “ballet nacional”. Lo único que hago, como hemos sido la última pareja en incorporarnos al grupo es, cuando cambio de pareja, decirle mi nombre a la nueva: ¡Hola!, ¿qué tal?. Me llamo Garban y a continuación le pido disculpas por pisarle y hacerle perder el tiempo que le toque danzar conmigo, pues como no podía ser de otra forma, cualquier acierto con el paso que toque realizar en ese momento, será pura coincidencia…

A la vuelta de Jaén ya os contaré algo de aquello y de Santa Pola que es el domingo.

Hasta la próxima, querido diario.
Coda: De la federación me resisto a publicar ni una sola palabra más. Aún no ha publicado ni el acta, ni un acuerdo... El otro día me comentó un buen amigo: "Garban no le des más vueltas, allí no hay más...!. Los dejare por incompetentes, me resisto a pensar que lo hacen mal a propósito, sé que son buenas personas. En estos días meditaré presentar mi renuncia a la Asamblea, no merece la pena ni un sólo segundo de mi tiempo...
Por otra parte en cuantico tenga alguna foto del baile os pondré una donde podáis admirar nuestra gracia, cordinación y frescura "sinigual" jajajaja.