lunes, 1 de octubre de 2007

He encontrado nuevos amigos para entrenar. ¡Qué gran error!

Hasta el moño de no progresar dando vueltas al jardín que está junto a casa, decides que tienes que cambiar algo en tu modo de vivir esa nueva experiencia que es el correr. En el jardín todos los que corretean por él tienen las piernas gorditas, llenas de pelos, la cara redondica como un pan casero y las mejillas con ese color sonrosado que sólo tienen los bebes y la gente que no se cuida. Llegas a la dolorosa conclusión que allí no vas a mejorar más de lo que ya lo has hecho y que no es más que no tener al día siguiente tales agujetas que te no te permitan subir al autobús del trabajo. Allí, en el trabajo, ese lugar donde cual carromato de titiriteros puedes encontrar casi cualquier cosa, comienza tu investigación. Un compañero conoce a otro que tiene un amigo en otra sección que corre. De las oídas de las oídas que otros han oído, resulta que éste es un calco de Juantorena el cubano, que corre como un gamo y que “¡está federado y todo!”, como si esa tarjetita incluyera algo más que un cutre seguro y fuera el carnet de corredor. Tras varios días de ir a buscar al fulano a su puesto de trabajo y no encontrarlo, certificas que el atleta, a parte de correr un montón, según has escuchado, es un tío que curra menos que “Los Reyes Magos”, pues ha pasado una semana y aún no has podido pillarlo en su sitio. Tras varias llamadas, notas y contranotas concretáis el entrevistaos en la máquina del café…Llegas tarde a propósito a la cita, un poco por hacerle pagar las idas y venidas a su oficina de estas semanas atrás, otro poco para poder ver la pinta del “chavea” de lejos y crearte una opinión previa. ¡En este momento se puede decir que has entrado plenamente en la dinámica del corredor popular! Ya tienes prejuicios y clasificas a los que tienen pinta… y estigmatizas a los que carecen de ella… De lejos tampoco es que parezca un Bekele, más bien tiene pinta de levantador de pesas, pero quizás, puede que sea… qué la ropa le viene amplia. Ya cerca constatas que no, que el tío está al menos tan gordico como tú. Tras las bienvenidas y presentaciones comienzan las preguntas. ¿Oye, que yo quiero correr un poquico más pero no se como hacerlo?, ¿tú qué haces?. Con las primeras respuestas comienzan las primeras mentiras… No… nosotros entrenamos un grupo… tres veces por semana… nada complicado… ¡fundamentalmente lo que queremos es divertirnos!. Ya te ha cazao. Esa mentira es la que rompe todos tus esquemas, inseguridades y prevenciones. Lo primero y antes de que siga con la historia es que nadie que entrena tres días por semana corre una media por debajo de una hora y media. Lo segundo es que nadie que quiera correr deprisa se divierte mientras entrena, sólo sufre como un cochino. Una vez que con ese capotazo te ha metido al toro tú lo que haces es preguntar ¿Qué días entrenáis?. Los lunes, martes y jueves, a las ocho en el Malecón, nos juntamos un grupo de 10 ó 12, muy de buen rollo, hacemos tres o cuatro malecones y a casa. El motivo de que sean los lunes y martes es porque no hay fútbol en la tele y los jueves lo utilizan como excusa para llegar tarde a casa e ir después de “trotar juguetonamente” a tomarse unas cañas por las tabernas que rodean la universidad que ese día en especial están repletas de zagalicas en “edad de merecer”. Por desgracia tu, de eso te das cuenta a la tercera semana de ir por el Malecón. La siguiente pregunta es: ¿Pero vais siempre, o si es fiesta no vais, o si llueve también lo dejáis para otro día, o …?. Nada, nada, allí no se falla nunca, si es lunes y no se ha acabado el mundo allí como un clavo a las ocho…¿Te importa si me acerco mañana que casualmente es martes?, balbuceas tú. ¡Por favor, calla, nos va importar!, tú con total confianza, acércate por allí…
El martes a las ocho menos diez y con tus mejores galas de corredor te presentas en la punta del Malecón. Allí, como no podía ser de otra forma, no hay ni díos. Esperas y a las ocho y cinco aparece un tío en pantalón corto, como tú, que te mira raro, casi con desprecio…Comienzas a ponerte nervioso, pues lloviznaba desde las siete y media y comienzas a creer que el mundo se ha acabado pues allí no aparece nadie. A las ocho y cuarto aparece tu conocido y otro más y con una sonrisa de oreja a oreja te dice: ¡Hoy parece que va a estar flojico!, el personal cuando llueve no viene… ¡Podía habérmelo dicho antes, pues también me hubiera dado de baja con el día de perros que hace!, piensas pero no te atreves a decir. Tras las presentaciones salís a correr los cuatro, el mal encarado que llegó primero, tu compañero de trabajo, su amigo y tú. Deciden que, como está lloviendo, van a realizar un rodaje suave e irse a tomarse unas cervezas que con ese tiempo no hay quien corra. Tú les recuerdas que eres novato y que tu forma física no la misma que la suya, que por favor, si acaso los retrasaras que no se molesten en esperarte, que a la vuelta te reunirías con ellos. ¡Cá, dice tu compi!, aquí no se deja atrás a nadie, iremos al ritmo que tu puedas llevar. Nueva mentira, te sacarán los ojos con el firme convencimiento que eso hará que los respetes más y cual es tu sitio en la manada, tú eres un “puto lobezno”. Los muy cabrones comienzan fuerte para que seas consciente que podrían acabar contigo con un chasquido de sus dedos, cuando te llevan quinientos metros con el resuello de un moribundo he intentas suplicarles que aflojen, tu compi, se adelantará y con el fingido interés del que lo que realmente quiere es joderte pregunta: ¿vamos un poco rapidillos, verdad?. Tu sólo puedes mirarlo con ojos de perrito lastimero. Inmediatamente ordena a sus coleguis, ¡chicos vamos a ir un poquillo más lento que hoy es su primer día!. Inmediatamente aflojan el ritmo de tal manera que tu no puedas quejarte de lo contrario, efectivamente lo han bajado, pero no tanto como para que tu sigas corriendo un punto por encima de tu umbral aeróbico, concepto que a esta altura de tu carrera como popular aún no has descubierto. Tras cuarenta minutos de carrera a ritmo de suplicio dan por finalizado el entreno. Te invitan a que vayas con ellos a tomar cervezas con la esperanza de que aceptes y con la excusa de que es el primer día los invites. Tú que estás para acostarte y que además has dejado a la parienta en casa con un morro de tres metros pues ella no entiende que teniendo el jardín justo bajo casa te tengas que ir al Malecón que está a 12 kilómetros de donde vives y encima la dejes sin coche, pergueñas una excusa que no tiene ni pies ni cabeza y sales escopeteado para casa…
De camino piensas, ¿dónde me he metido?. Te das cuenta que estás, de momento, en un callejón sin salida. Mañana te encontrarás con tu compañero y te preguntará por tus sensaciones. Deberás mentirle y andar gallardo, al menos en su presencia, que no note que tienes el cuerpo molido, como el café de guinea. Por otra parte aunque tu mente te dice que no debes volver el jueves, “tu hombría” no te deja tomar esa decisión, ¡Pa que digan que soy un rajao, un moñas y una nenaza!. La realidad es que en principio a ti te tenía que dar lo mismo, no los conoces de nada, pero por “tus cojones” tomas la decisión de volver y demostrarle a esos “cabroncetes” que tu eres un runner en toda regla. Lo malo es que aún no sabes que la voz se ha corrido. El jueves aparecerán todos los corredores de la grupeta que el martes no aparecieron, más cinco o seis de los que hacía meses que no iban, con la sola intención de reventarte y tener cosas que contar de ti a tus espaldas mientras toman cañas y miran a las universitarias, treinta años más jóvenes que ellos en las tabernas que están junto a la universidad.
El próximo capítulo será “Mi primera carrera con mi grupo de entreno. La mentira continúa”

10 comentarios:

aixiya dijo...

Creo que has abierto la caja de Pandora!PD: cuantos días a la semana hay que entrenar para bajar de 1h30 en una media maraton?

Garbanzito dijo...

Lo de bajar de una hora treinta es algo que en principio, a mi humilde entender, no está directamente y únicamente relacionado con los días de entreno específico. La edad, el estado de forma de inicio, las ganas de sufrir... Hay un montón de factores que influyen para conseguir la marca. Ahora lo que si que está claro y que no es una opinión sino un principio fundamental del entrenamiento que la "mejora física destinada al rendimiento máximo deportivo" se obtiene entrenando con unas pautas y una básica es que con menos de cinco días a la semana no se estará dentro de los márgenes del trabajo físico deportivo ideal para el máximo rendimiento. Yo entreno siete de siete, teniendo un día de descanso que es "activo" ahora mismo los viernes que nado con una intensidad ligera.

Juanma dijo...

Tú lo que eres es un machaca!!!

Anónimo dijo...

SIETE DE SIETE. PA VERNOS MATAO.
jejejeje. Este cuenta también los días de levantamiento de vidrio en barra fija? jejejeje

Anónimo dijo...

Escrito por Bali, con error al no poner el nombre. De ahí el anonimato.

Jetlag-Man dijo...

¿Cuántos días hay que entrenar para bajar de tres horas en la media maratón?
Gran crónica de ciencia ficción (parece mentira que seas uno de los poquísimos hombres de acero de Murcia). Ellos deberían pedirte autógrafos a ti, cacho máquina.

eva dijo...

Como no tengo ni idea de técnica pedestre, me he limitado a reirme un montón con tu narración, a cotillear las fotos (Capitán, que definitivamente no te pareces para nada a Raphael. ¿Y a que el otro es vuestro padre, que se parece mucho al Capitán?)y a esperar tu anunciado capítulo de para qué quieres un entrenador en la piscina.

aixiya dijo...

Yo también supuse que serían el Capitan Bajoca y el padre. Como es la genética! el gen de la melena del padre se lo ha llevado el hermano menor! En mi familia pasa algo parecido, pero en este caso creo haber sido el de la mala suerte! jeh! jeh!

capitanbajoca dijo...

Eva y Gorka, ¡¡ efectivamente !! yo en mi familia soy el que mejora la especie, en todas las casas ocurre, siempre sale uno que es la envidia de las vecinas, ¡¡ pues elo aquí!! ya lo teneis confirmado.
¡¡ Con ustedes el Gran Capitán !!

Gracias, gracias muchas gracias.

Vuestro amigo que lo es.

El Capitán.

Pd. Y eso que en esa foto no puede correr la media, pues tenia una diarrea de una noche de fiesta anterior que pa´que, y mi gesto estaba compungido por la adversidad.

Pd2. Los zuritos y pinchos van de mi cuenta

XARLI dijo...

Joder, joder, joder. ¡Siete novias pa siete hermanos! ¡siete, dejo mi lindo caperuchete! ¡siete vidas tiene el gato!... ¿de verdad se pueden entrenar siete-días-siete a la semana? ¡con razón no consigo yo bajar ni de 1h40 en la media...! Y es que, mi querido Garban, parafraseando esa riqueza lingüistica que despliegas, cual águila a punto de iniciar el vuelo, yo me "pergeño" a mí mismo cualquier excusa para no entrenar, je-je.
PD: Nuevamente tengo que limpiarme las babas de ansia que se me escapan de las comisuras aguardando un nuevo capítulo de esas entregas deportivo-literarias, ¡que me tienes como un perrico de Paulov!