Diario de un crucerista sin vocación
Si siempre haces lo que haces siempre, siempre llegarás donde siempre llegas
Garban es un desastre. Miraba el reloj del móvil queriendo ser puntual. La
hora de salida del barco es crucial para poder realizar toda la excursión que
tiene programada. El buffet del desayuno se pone imposible a primera hora. Todo
el mundo tiene prisa por poder llegar pronto a su destino. Excepto en Nápoles,
los puertos suelen estar relativamente lejos del destino elegido del día. Miró
por enésima vez el móvil y aún eran las cuatro y media de la madrugada. A él se
le hacía larga la noche… Pero como es un perullo, creyó creer que sería un
efecto como el del jetlag de los aviones y el cambio horario (No hay cambio
horario, así que cualquier excusa era buena). Aburrido, enciende la tele y
sintoniza la cámara del barco. ¡Cojones, si estamos en Civitavieccha… Mira el reloj que lleva en su muñeca y le muestra las
seis y media… El puto móvil como lo tiene “chapao” de datos e Internet, le
estaba dando la hora del satélite del gps… ¡Ya comenzamos el día con el pie
cambiado!.Ducha, acicalamiento general para estar presentable para sus
nuevas amigas y corriendo al desayuno. Tiene que coger pronto el bus que le
lleve fuera del puerto.
Las criaturas con las que había quedado no aparecen. Suspira
aliviado. Una cosa es tomar copas con alguien recién conocido y otra cosa es
viajar. No le gusta que le presionen, ni tampoco que se actúe con indolencia.
Pasó lo mejor, el ir solo.
El día, al contrario del anterior en Nápoles, amaneció
precioso. Le apetecía ver Roma con buen tiempo. Era la excursión en la que
tenía puestas más ilusiones.
Las personas que escribieron los blogs que utiliza
Garbanzito de referencia hicieron un gran trabajo. Todo se hace como dice, todo
está donde ellos indican.
Llega a la estación de los primeros. Ha seguido la guía y esta
dice que hay que cambiar de acera. Lo hace, el resto de cruceristas no lo hacen.
Llegando a la estación tienen que esperar a poder cruzar en una redonda con un
montón de tráfico. Sacó el billete conjunto tren-metro-autobus, lo validó y cruzó
hacia el andén tres a esperar.
Llega el transporte relativamente rápido y tras una hora
bajaron en el apeadero de San Pietro. Desde la parada se ve la descomunal cúpula.
Su intención es ver la plaza. Al llegar hay una cola de tres pares de cojones
para entrar. Detector de metales y mucha seguridad. Pregunto. Lo cierto es que
todos los italianos con los que ha charlado para resolver sus dudas han sido
muy amables. Primero le atienden en inglés y cuando le dice que en italiano te
preguntan de donde es. Ni dios ha oido jamás de donde es él. Es fácil moversee
en Italia, más fácil que en el barco. Resultaba que el señor Papa tenía un
evento ese día y se iba a dar un baño de masas. Esa era la respuesta al porque
del alboroto. Pasó de la cola y comenzó a circunvalar la plaza por fuera. En un
principio se pensaba marchar y de repente, encontró un rinconcito junto a los
wateres portátiles que no estaba vigilado. Saltó la valla en plan “Ceuta o
Melilla” (se siente un sin papeles en ese instante, está violando la frontera
del estado Vaticano) y se plantó dentro de la plaza con el resto de
enfervorizados fieles… Sacó todas las fotos que pudo, incluso del Papa y salió pitando para poder ver todo lo que
tenía programado.
Roma es preciosa y dice el Garban que un día ha de volver,
pero esta vez con compañía. Es una ciudad muy bonita para venir solo. Ese fue
su deseo en la Fontana
di Trevi.
Por lo demás no hubo nada especial que contar. Roma es una
ciudad fácil de callejear y con distancias no demasiado grande entre un lugar y
otro. Una cosa. Roma es una ciudad con algo de caos, pero con un glamour
escandalosamente atractivo. Las italianas en general y las romanas en
particular llaman la atención por su sofisticación… Igual el Garban se busca
una novieta italiana, le han gustado…
Tras tres Peroni de medio litro y dos americanas de nombre
impronunciable, el Garban se retiró a sus aposentos, habiendo antes cenado
temprano y se durmió, profundamente cansadoy profundamente feliz.
Esta mañana no deseaba desayunar demasiado. Nunca en la vida
había comido tanto tan pronto. Una vez en el comedor, el Garban ve con asombro,
nunca para de asombrarse, que sus compañeros de viaje comen como limas… Piensa
que ellos deben saber algo muy grave que les hace hacer un acopio inusitado de
fuerzas. Ellos deben saber algo que Garban ignora y por ello comen como
posesos. Al final ese espíritu de autoconservación le hace sucumbir y come,
como por si acaso todos saben que esta noche no habrá cena y el es el único que
lo ignora… Ahora está en el tren camino de Florencia y con un empacho de
caballo. No le arriendo las ganancias al tontolculo del Garban.
Esta vez la directora del crucero le ha metido el miedo en
el cuerpo y se ha apuntado al autobús que pone (por 12 dólares por barba) el
barco hasta la estación del tren. Tenía miedo que el regreso de Livorno se le
complicara, pues había que coger dos autobuses más para salvar el trayecto de
la estación de Livorno al barco. De esta manera de la estación va directo a los
dominios del Capitán Cook, sobre nombre que le ha puesto al jefe del chiringo.
En cada puerto se deja a diez o doce tíos… Van a tener más bajas que en El
Alamo… Vamos que si llegas un segundo más tarde de las seis y media, te quedas
en el puerto, si o sí.
El autobús le ha dejado en la Estación Central
de Livorno. Ha sacado un billete que sirve para ir a Pisa y luego coger otro
tren hasta Florencia. En ese se encuentra en este momento.
Pisa es una ciudad muy parecida a Murcia, quizás más
pequeña. El tráfico es reducido y la bicicleta es medio habitual de transporte.
Se respira tranquilidad. Es un sitio que al Garban le ha parecido muy agradable
para vivir. Los del lugar pasean con aspecto despreocupado o toman café en las
coquetas terrazas. Sólo los turistas van con prisas. Es como una visita
incómoda. Todos quieren tener la foto de la torre, pero nadie desea estar allí
más tiempo del estrictamente necesario. Pisa debe sentirse como la suegra a la
que nadie quiere en casa. Sin embargo creo que si no hay más sitios que
fotografiar, si que hay lugares coquetos donde respirar tranquilidad.
Roma algo a parte. Nápoles es un sitio tan feo y sucio que tuvo que ser el único sitio donde aceptaron que Maradona siguiera jugando al fútbol de élite... Tal para cual. Nápoles para Maradona y éste para Nápoles...
Ya lo dice la canción de la zarzuela. " ¡Soldado de Nápoles que vas a la guerra...!. Por eso se alistaban, mejor morir en un sitio bonito que vivir en infecto lugar...
Viajar en crucero es relativamente barato y te da muchas
ventajas, pero tiene un gran defecto, no conocerás ningún sitio lo
suficientemente bien. Solamente tendrás las estampas que todo el mundo tiene.
Todo lo harás con prisa y cálculo milimétrico, porque si te relajas o no verás
nada o llegarás tarde… No harás amigos en ninguna ciudad que visites, ese te lo
asegura el mismo Capitán Cook.
Por otra parte, el crucerista de a pie, es un personaje
disciplinado. Madrugador, trabajador, muy positivo. El Garban solo ve buen
ambiente, ganas de agradar, ganas de no molestar e incluso de ayudar. El de La Arboleja ya no criticará
más a los turistas en chanclas, calcetines y mochila que se cruce por La Platería , ahora los
comprende, ahora es uno de ellos.
También sabe porque no atracan más cruceros en Cartagena. Es
fácil. No hemos guardado nuestra historia. No tenemos contenidos que ocupen
doce horas de desenfrenado paseo. El ofrecer sol, tapas, helados o bebidas, es
para el crucerista superfluo. Ellos tienen en el barco todo gratis y de gran
calidad. Una política que ya no tiene remedio nos ha dejado fuera del mundo del
turismo.
Además, ni dios sabe donde estamos.
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