Diario de un crucerista sin vocación
Si siempre haces lo que haces siempre, siempre llegarás
donde siempre llegas
Los que conoceis a Garbanzito, Garban para los amigos,
sabeis de su gran defecto, el ser prusiano en sus planteamientos, el ser
pragmático en sus acciones.
Por el mes de Mayo decidió la programación del nuevo curso escolar. Lo primero alquilar un apartamento en Cádiz para
pasar diez días en el carnaval que más ilusión le hace participar y disfrutar.
Por el mes de Marzo sabremos los resultados.
Lo segundo y más inmediato fue inscribirse en un crucero por
el Mediterráneo Occidental. El objetivo no está claro, pero intuía el chavea que si
siempre se encontraba en el mismo sitio, con las mismas personas, el resultado
siempre sería el mismo. Así pues, sin ninguna vocación por los viajes,
nunca fue a ningún sitio sin un fin concreto, visitar a un amigo, participar en
una carrera, realizar un examen, se puso manos a la obra, intentando hacer
algo distinto, alternar con otras gentes y que esto fuera el impulso que diera el pistoletazo de salida a las nuevas aventuras que comenzarían tras el verano.
No estaba seguro que al final fuera a materializarse el
proyecto, pues anhelaba, suspiraba, porque un acontecimiento extraordinario le
hiciera desistir y le ahorrara este viaje en solitario.
Hoy ya tiene el billete, por lo que hoy, oficialmente,
comienza su crucero y de esto va a tratar esta historia. Las aventuras y
desventuras (noveladas, claro) de la titánica lucha para intentar ocultar a
todos los demás la verdadera naturaleza del gachó, un huertano perullo, un
zagal sin glamour. El pivón que ninguna madre querría para su hija.
Apareció Garban a primera hora de la jornada por la
agencia de viajes a fin de recoger la documentación que le permitiera el
embarque. Hasta ese momento le habían atendido trabajadores normales,
personajes que poco diferían de los que nuestro sujeto podría encontrar
comprando en el mercado de Verónicas o tomando un vermout en el “Luis de la Rosario ”, pero esa mañana
lo recibió alguien distinto. Una bella señorita con un porte, una ropa y un
aire tal de sofisticación que, tras
escucharle susurrar sus primeras palabras, pudo catalogarla como una super
pija con la que poca empatía podía surgir.
Estando presentando sus primeras cuítas respecto al viaje,
apareció por la puerta otra señorita, calco de la primera que, tras saludarla, realizó un par de preguntas interrumpiendo la conversación. Sabida es la poca
predisposición que tiene Garban a sentirse ignorado, ya que al instante pasó nuestro
personaje a ser totalmente trasparente en la escena que acontecía. La niña
expresó la intención a su amiga de realizar un viaje, ante los atónitos ojos de
nuestro protagonista, no sabía bien si, a Orlando o a París con el objeto de pasear por Disneyland. Como aquello se alargaba, no acertó el Garban
a terciar en la conversación más que con la célebre frase, “Hay que ser muy bruto para
ir a París a ver a Pluto”. Pareció que la interrupción surtió efecto, pues
ambas se miraron con la intención primera de asesinar a Garban para
inmediatamente concentrarse en despedirse y dejar a nuestro eventual viajero
relanzar la hilera interminable de preguntas, obvias por cierto, para cualquier
persona con algo de clase y un poco más de experiencia…Cuestiones como: ¿Cómo
adivino yo donde está atracado el barco?. ¿Hace frío en el interior? O ¿No son
muchos cuartos cincuenta napos diarios por tener barra libre?, fueron
pacientemente respondidas por la solícita empleada que con éstas y otras de
similar corte, se hizo a la idea de que el cliente en cuestión, embarcaría
embutido en su traje de pana y aliñado con su no menos imprescindible boina.
La chica de la agencia, intentando aparentar interés por su
cliente, planteó a su vez cuestiones tales como, porqué había elegido ese barco
o, si se había percatado que la naviera era americana y en el buque mayormente
se hablaba inglés. Garban con paciencia obtenida en sus días de escrutar las
nubes en el vano intento de predecir si llovería en las próximas horas le dio
las respuestas solicitadas… “El barco lo elegí porque observé que tenía un parque acuático de llamativos
colores en la cubierta”. Hecho que cualquier mortal puede reconocer como un argumento irrebatible o la otra de si “Ana Botella se animó a
defender la candidatura de Madrid para las olimpiadas con su nivel de inglés,
¿no voy a poder ser capaz de pedir una cerveza?...
Pues sí, desde este momento, Garban es oficialmente crucerista. Ahora comienza lo realmente difícil, preparar la maleta y pensar que va a
hacer el zagalico durante ocho días, metido en un barco donde se habla inglés,
no conoce a nadie y encima va solo…
El equipaje será fácil de confeccionar, como no tiene
demasiada ropa, meterá toda, la de invierno y la de verano, en la maleta que tampoco necesariamente, debe alcanzar por ello dimensiones bíblicas y se embarcará con todo su hato como si no fuese a
volver nunca más...
Ya tiene el billete, mañana sabremos como resuelve lo de sus
bártulos…
1 comentario:
menos mal que sabes nadar en piscina, y que el aguaa no es salada, porque te ahogarias jajajaja.
Espero leer tu diario del viaje .....
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