lunes, 31 de marzo de 2008

De Semanas Santas y Fiestas de Primavera


¡Ya estamos de vuelta!. Sí, digo bien, es plural y no es mayestático, es que antes era uno y ahora somos como cuatro o cinco de lo gordito que me he puesto. A menudo nos dicen que las vacaciones son importantes pues nos ayudan a desenchufarnos de la vorágine del día a día. Lo malo es que algunas veces para lo que realmente sirven es para darte cuenta que hay mundo más allá de tu rutina. ¿Es acaso perjudicial la rutina?. No, definitivamente no es mala cosa el tener una rutina diaria. Cuando uno se la impone es porque le gusta. Esa disciplina te llena y te compensa. Lo realmente perjudicial es caer en la rutina. No darte cuenta que sigues haciendo lo mismo que hacías antes, cuando en realidad, lo que estás haciendo ahora ya no es lo que deseas. Una vez escuché una frase que viene a decir, más o menos esto: “Si sólo haces lo que haces siempre, sólo llegarás donde siempre llegas”. Hay que trabajar más, sufrir más para llegar más lejos, pero no es menos cierto que, igual riendo un poco más, sufriendo un poco menos, no llegarás más lejos, pero quizás puedas ser un poco más feliz. Igual lo que realmente quieres o deseas no está allá en el confín del mundo, ni en el final de tus fuerzas, sino junto a ti, a tres centímetros de tu nariz o a un estirar la mano bajo tus sábanas.

Soy un crápula. Mucho tiempo de vida monacal y ascética hace que cuando uno se libera, que no es salir del armario, ¡mucho ojo!, se lance al ruedo sin capa, estoque, ni equipo que te haga lidiar el toro de una manera más sencilla. Cuando se rompe la cuerda te lanzas a la arena como los recortadores, a pecho descubierto y sólo fiándose de tu destreza, habilidad y condición física. Primero fui recortador (en sentido figurado), luego me pasé a pegador o mozo de forcado, al estilo portugués, es decir con cuadrilla. La rutina no es perjudicial, lo realmente malo es caer en ella. El caso es que si no dispusiera de una rutina que me sacará del desenfreno del “recorte diario”, estaría de fiesta permanente. A veces tengo dudas sobre si la rutina es demasiado exigente para lo que realmente me apetece. Escuchas y vives tragedias cercanas que te hacen reflexionar si todo el tiempo que ocupas en ciertas cosas es necesario, si algunas son necesarias y si dedicándole menos tiempo serías igual de feliz.

Mi rutina es imprescindible por que soy contumaz, pero a veces, cuando falta un pelo de ilusión, es posible que sea necesario parar y revisar la rutina. En ello estoy. Es posible que alguno de los dos objetivos principales de la temporada, si no caen los dos, desaparezcan de mi calendario. No significa que deje de entrenar, no significa que deje de competir. Lo voy a seguir haciendo, pero no me apetece nadar cuatro mil metros hoy por hoy y sin embargo si me apetece correr la Media Maratón de Murcia, el Duatlón de Cieza o el Triatlón de Fuente Alamo. Es simplemente que lo otro lo puedo “terminar-preparar”, que no disputar, con un esfuerzo acorde a la ilusión que me hace y al tiempo que estoy dispuesto a emplear. Los objetivos previstos necesitan de más tiempo y para ello más entusiasmo del que ahora dispongo para ellos. El año pasado cuando preparaba el IronMan la adrenalina me salía por los poros, por ahora me apetece ir a nadar, ir a correr ir a montar en bici, pero dentro de un tiempo prudencial, deseo que queden horas en el día para hacer otras cosas... Si dejo de entrenar, entre otras cosas, con la cantidad de cerveza que bebo, me pondré como el “Señor de la CruzCampo” y eso no puede ser. Tengo que conservar el tipo de “bollicao” que tengo... ¡Ya veremos en que acaba esto!, no precipitemos acontecimientos. De momento hasta quince días antes de la prueba tengo tiempo para renunciar y recuperar los 150 € que costaba el festival de Elche.

Comenzaron las procesiciones el Viernes de Dolores y con ello la Semana Santa. Es ese empeño de los lugareños de que una semana, si es de fiesta tenga diez días y si es de trabajo sea "inglesa”. Ese viernes ya nos lanzamos a la calle a “cantar saetas” y “recorrer estaciones de penitencia”. Hasta el Domingo de Ramos fui fiel a mi rutina. Sólo en parte, pues este año las etapas de bici más largas son de cien kilómetros, por mucho que en el plan ponga 120, que ya dije yo que los domingos a las 12 el Garban está tomando el aperitivo, pase lo que pase. Decía que las procesiones del viernes, sábado y domingo las conjugué con mi militancia deportiva, para ya el Lunes de Pasión, que procesiona la cofradía de mi antiguo barrio y en donde sale el Capitán Bajoca en mi puesto, dejar la militancia deportiva y encargarme de vestir, como mandan los cánones y las tradiciones a tan bravo nazareno. De ahí al Domingo de Resurección todo fue un ir y venir de santos, procesiones y demás. El Miércoles fue un día especial. El año pasado decidí voluntariamente no salir y evitar la paliza que conlleva la procesión y el riesgo de lesiones, por lo que el debut de mi zagalico pequeño se hizo sin mi presencia, muy dolorosa por mi parte. Este año por primera y espero que no última, salimos mis dos hijos, mi sobrino y yo. A última hora le pudimos dar una alegría a un gran amigo mío “Special Force” que tenía una ilusión enorme por procesionar en “un paso” en la cofradía de su barrio y como hubo una baja de última hora, pude encontrarle un “puestecico” con nosotros, lo que demuestra que no soy un buen amigo, pues a los amigos no se les hace semejante faena. Entre pitos y flautas engordé unos dos kilicos en siete días, lo que dice mucho y bueno de mi. En otra época dos kilos hubiera sido en un solo día. Finalizadas las procesiones, como dios manda con un buen “morao” el Domingo de Resurección, nos dispusimos a aforntar las “Fiestas de Primavera”. El Bando de la Huerta, que ahora se ha convertido en un macro-botellón de popularidad pareja a las “motos en Jerez”, fue perdonado por mi parte, ya que la última vez que fui me tuvieron que localizar por el sonido del móvil bajo una “pilá de don pedritos” y lo pasamos “tranquilamente” en casa con una barbacoa, unos amigos y unas cervecicas. “¡Ná que no se pudiera llevar con dignidad!”- Eso sí, sin faltar ni un entrenamiento, incluso castigándome con doble sesión, aunque no estuviera programada. Para el Jueves ya tenía yo el cuerpo sandunguero y comenzamos a bajar a Murcia, es que los de pueblo decimos eso “bajar a Murcia”, para ver los pasacalles del Entierro de la Sardina y demás. Seguía con mi rutina de entrenar cuando tocaba y cuando no tocaba, más que nada para expiar mis pecados de la Semana Santa sin pegar chapa. El viernes se vió empañado con dos malas noticias, una insoluble y la otra por suerte para mi padre, sólo se quedó en golpes y hematomas. El sábado, cuando los sardineros celebran su día grande, bajamos de nuevo a la “capi” para tomar unas cervecicas después de haber entrenado. Las cervezas se juntaron con la comida, con el café, la merienda y sin darnos cuenta comenzó el desfile del Entierro. Cuando nos disponíamos a regresar al monte nos topamos con que “El Pulpo de Mirasierra” estaba animando la espera de la quema de la sardina y como grandes fans suyos que somos nos quedamos a hacer un poco el ganso y a bailar. Tenenos un boot fotográfico con Carlos que tuvo la gentileza de hacerse unas foticos con nosotros a pesar de estar más “pesaos que la mano de un novio”. Cuando aparezcan las fotos las colgaré por aquí. Una cosa llevó a la otra y después de la gesta de las foticos, de habernos pegao una pechá a bailar y tal, ¿qué íbamos a hacer?. Nos fuimos de bares a refrescarnos, pos estábamos “eslomaos” de tanto currar. A las cinco de la mañana hora antigua nos acordamos de que teníamos casa y que quizás los perricos no hubieran comido, pues aún no hemos llegado a tal grado de adiestramiento para que sean capaces de abrir la habitación donde está el pienso y que se lo sirvan en sus platicos.

El domingo, ya sin fiestas y sin fuerzas, se ha dedicado integramente al reposo y darle vueltas a la cabeza prometiendo “¡qué nunca lo volveré a hacer!”. ¡Pero yo se lo que duran esas promesas!. La bici se quedó en su gancho y mi cuerpo dolorido en el sofá durante todo el día.

Y esta es mi historia y mi cruel realidad, malico, gordo y cansado vuelvo a “mi rutina” aunque esta no sea para conseguir lo que me había propuesto sino otras cosas, quizás menos importantes deportivamente, pero más gratificante, para mí, en el sentido humano.

Pongo fotos de los nazarenos y cuando tenga las del Pulpo las subiré por aquí.

3 comentarios:

XARLI dijo...

De todo lo que cuentas, amigo Garban, deduzco que ahora es el momento de retarte a ver si aguantas uno de mi famosos ataques cuando el asfalto pica p'arriba, ja,ja.
Por lo menos el que hayas estado "entrenando" más la barra fija, ja-ja, ha servido para que hagas una entrada densa y variadica, no solo oontando que estás hasta los mismísimos de hacer kilómetros, como el año pasado por estas fechas.
¡Ah! Mu bonicas las fotos del entierro. Yo también le he dedicado una entradica, así en plan desvarío -como me caracteriza- a la cosa sardinera. Sin fotos, de momento, porque yo no tengo esa capacidad tuya de "ajuntaera", que lo mismo le sigues el rollo a viejecicos que te paran cuando vas en bici para pedirte un chute (ja,ja) que te pones a pelar la pava con cefalópodos...

stani dijo...

joder que es verdad, se me había olvidado, cuenta lo de tu amigo-anciano el drogas, claro con esa pinta que gastas en la bici, jajaj.

Entonces los 150 km no los haces conmigo?

Zarautz Masters dijo...

¿Y esos desfiles que parecen de los Carnavales de Rio, que son las fiestas de Primavera? Vaya ambientazo!!! No me extrana que te abandones al pecado y la lujuria, con tantas tentaciones!! Saludos