martes, 11 de marzo de 2008

Más difícil todavía...


Miro a un lado y a otro. Esta hora no es la habitual. No conozco a nadie. El ambiente ha cambiado. Lo normal es encontrarme amas de casa y jubilados a partes iguales haciendo como que nadan. Más que nada un lavado de conciencia para ambos tipos de “deportistas”. Los primeros presumen el “club social de la tercera edad” de cuidarse, de mantener el cuerpo en alerta para que su vejez tenga una mayor calidad de vida. Las segundas expían el tiempo perdido y la dejadez de veinte años de dedicación exclusiva a los niños, la casa y el marido, siempre por este orden. Una amiga, la muy zorra, debió vender su alma al diablo, pues apareció como de la nada con un cuerpo escultural, aún mejor que cuando era joven, como de forma sibilina comentaba una contertulia que decía conocerla desde el colegio. Diversas explicaciones daban argumentos a lo acontecido. Unas, las más brujas, decían que había abandonado al marido por un querido de veinte años de nacionalidad Venezolana, que le susurraba cantarinas palabras de amor, con esa melodía que sólo las tórridas playas de aquel paradisíaco país son capaces de hacer entonar a los musculosos y bronceados cuerpos de los lugareños y por ese había se le había quedado ese tipito de meretriz cara. Otras comentaban y no paraban, sobre el coste que debía haber tenido las múltiples operaciones a las que se había, “con seguridad”, sometido. Hacía, afirmaban con convicción, varios meses que no aparecía por el jardín a pasear a su perrito. Además contaban, las más resabidillas, que hacía mucho tiempo que no la veían con el marido. El caso es que la bruja de la amiga mandó, como por arte de magia, a todas las del grupo de los perritos de la plazoleta a la piscina a intentar dejarse el cuerpo como la “golfa” de la compañera.
Ese es mi grupo habitual de natación, octogenarios y envidiosas marujillas que mueven los brazos con el mismo entusiasmo que le hacen el amor al marido, es decir, ninguno. Cuando por darme un descanso “emocional” me acerco por la pisicina en otro horario, el contenido del agua es un millón de niños de todas las edades, motivación y educación, que no hacen más que salpicar, molestar, discutir y ocupar el espacio para los que tienen intención de hacer algo. A esas horas, las marujillas, las del grupo de los perricos del jardín, están en la grada, observando a sus bástagos como hacen el cafre y castigan al instrutor como si éste o ésta hubieran sido los que mataron a Manolete y todavía estuvieran cumpliendo penitencia por ello. Ahoras, las chicas, las que se lavan la conciencia en el otro horario, están mucho más guapas, incluso, si alguna osa ponerse falda da gusto mirarla. Por todos es sabido que la mayoría de los mortales ganamos mucho más vestidos que desnudos y ellas no son la excepción. Alguna mirada picarona por parte de algún nadador y una sonrisa cómplice entre ellas es la contraseña que acordaron para comunicarse unas a otras cuando gustaban. ¡Si es que tanto ejercicio tenía que dar resultado!. ¡Ya verá la zorra de nuestra amiga dentro de un par de meses, nos vamos a poner yogurines y se derretirá de envidia!. ¡Lástima que ahora comience la Semana Santa y las Fiestas de Primavera, en estas fechas tantos saraos y verbenas me hacen engordar unos kilicos!. ¡No pasa nada!, siguen musitando para sus adentros, si para Marzo no estoy cañón, será para Abril. El caso es que llegada la fecha no están como la jodía de la “amiga”, las fiestas fueron de más jolgorio de lo esperado y al regreso no tenían ganas de volver a nadar. Siguen “cebás” como los cerdos del “Pozo”, pero ellas se alagan unas a otras comentando lo bien que les vino las tres veces que fueron a la piscina a “darle por culo” al bueno del Garban, un calvo gordito que ellas ignoraban y que nunca sabrán quien fue, pero que el no las olvida.
Como decía, que me he ido un poco, es que soy muy visceral, la hora era nueva y la fauna de la piscina era diferente. Las calles llenas de gente que formaban largas hileras que se desplazaban a un ritmo acompasado y en algunas calles dinámico. Nadie nadaba de espaldas, moviendo las orejas como único medio para desplazarse por el agua. Todo el mundo, cada uno dentro de sus posibilidades, se acoplaba a un grupo y nadaba con entusiasmo. Los cuerpos de las señoras, zagalas y demás sexo femenino, no variaba demasiado de los que me encontré a otras horas pero su actitud era muy diferente. Los “abuelicos”, esos si que habían desaparecido y la juventud no era tan joven, pero no demasiado mayor. Las puertas que abrí al salir del vestuario dieron paso a un mundo nuevo. El ecosistema de la piscina había cambiado, el paisaje había cambiado igual que a Judi Garlan, le cambió cuando entró en el mundo del Mago de Oz. Pronto localicé a quienes buscaba. No es que algo les identificara de tal forma que los hiciera diferentes al resto, es que uno de los del grupo me gritó: “¡Garban, aquí!”. Me recibieron con alegría. Pienso más porque pensaban que llegaba un pardillo nuevo, del que podrían chotearse un poco, que porque mi presencia emanara flujos positivos. El primer día fue muy tenso para mí. Cada ejercicio que proponían ponía de manifiesto que la descoordinación campa por mi pequeño, aunque orondo cuerpo. Hice mi primera confesión: ¡Queridos amigos: Tengo suspensa la psicomotricidad de preescolar y creo que ya es tarde para recuperarla!. Cualquier ejercicio constituía para mí un acto de pública humillación. Golpes contra la corchera, contra la pareta del final de la piscina... Cientos de: ¡Perdón, no quería pegarte con mi cabeza en la tuya!, ¡Perdón, no quería golpearte con la mano en la cara!... Y miles de disculpas aceptadas por parte de todos y cada uno de mis nuevos amigos. Aquello parecía más un grupo de nobles en Versalles bailando un minué con sus reverencias y almibarado trato, que un grupo de gallardos y viriles varones entrenando. Al poco terminé con más trastos encima que un marido llevando a sus tres churumbeles a la playa cargado de silletas, flotadores, tohallas, sombrillas y demás atrezzo. Una tabla, un churro entre las piernas, más grande que mi churrillo, al menos 100 tallas, las palas y otros elementos que trataban de corregir mi nado. Se lo agradezco, pues mi impericia les hizo perder más del noventa por ciento del tiempo en mí.
Ahora ya se lo que es deslizar, levantar el codo, batir los pies... Bueno, se lo que es y algunas veces durante unos pocos minutos soy capaz de controlar mi cuerpo y hacer alguna de esas cosas y ya en el colmo del paroxismo, durante unos poquicos segundos, soy capaz de hilvanar dos o tres cosas, de esas que me han enseñado, a la vez... El milagro se tiene que realizar aunque los compis han hecho otra porra y me dan por perdedor...¡Pero ellos no saben que soy un cabezón!.
¡Hasta mañana, querido diario!.

5 comentarios:

Zarautz Masters dijo...

Como estamos Garban! Nos acostumbras a leerte una vez al mes y ahora escribes casi a diario! se ve que entrenar con tus nuevos compañeros te motiva! Si se admiten apuestas, yo apuesto por ti! ¡Animo! y controlate durante la semana Santa. PD: y esas fotos? el de las mallas piratas deduzco que será tu hijo, porque no creo que salgas a correr con peluquin! jeh! jeh!

Lourdes dijo...

¿Toda esa gente a las diez- once de la noche? ¡No me lo puedo creer! Me incluyo en el grupo de "amas de casa marisabidillas, lishtas, envidiosillas, que miran con el rabillo del ojo a sus congeneres para ver si la tal o la cual está mejor o peor que una, sobre todo a las de la misma quinta. Tambien hay que decir que la piscina es el sitio ideal para sacar fallos a cualquiera.
Todo sea por mejorar en esa disciplina que se nos atraviesa. Ánimo Garbar, que este sacrificio dará sus frutos.
Me ha gustado mucho tu crónica postelectoral.
muxus

TRI ORACULO SANTA POLA dijo...

Estoy con Zarautz masters, que pasa! que Alfonso te ha mandado descanso?... y por eso estas con el blog que no paras, estás haciendo un puñado de amigos, me parece que en las proximas carreras vas a llegar el primero, pero...de lo que vás a correr para que no te den, jejeje

XARLI dijo...

Amigo Garban, a mi me asalta la duda de si algún día te ahogarás, pero no nadando, sino escribiendo parrafás tan largas, ¡acho, que se te va a resecar el galillo escribidor! ¡no sé! ¡pon algún punto y aparte de vez en cuando!
¡Ay, que a gusto me he quedao cuando he leído el final!
¡Ah! ¡y que me alegro de que sobrevivas! ¡al agua y a las letras!, ja,ja

Jetlag-Man dijo...

¿Ya haces el 2.500 en menos de 1 h? Por mi parte, sólo si es cuesta abajo.