sábado, 7 de julio de 2007

Me quedé en el Jurásico versus Copa del Rey.


Sigo con el jetlap del Ironman. El forzado período de descanso me está volviendo loco. Como ayer comenté empleé la tarde en limpiar la cocina de casa, limpio sobre limpio pues como sabéis mi santa nos tiene a todos a “piquico de rey”. Embutido en mi uniforme de limpiador “useasé” chanclas, camiseta vieja, pantalón corto del mundial 82, pañuelo anudado atrás en la cabeza, para proteger mis rizos, guantes de goma verdes, tres tallas más grandes, etc. De esta guisa me lancé a la cocina dispuesto a dejarla como la de un cardenal. Cuatro horas de sacar artilugios de los armario de las que la mayoría desconocía su existencia, incluso su utilidad. Nunca llegué a pensar que una cocina, tan pequeña, tan coqueta, tan recogida pudiera tener tantos escondrijos y pasadizos donde la grasa se esconde, incluso se atrinchera… La “soledad del corredor de fondo” rezan los libros que tratan sobre carreras de larga distancia, podríamos incluir dentro del grupo de los “corredores de fondo” a las/os limpiadores. Son tareas largas y estás en soledad, con tus pensamientos, frota que te frota, con tu obstinación. En esa soledad es donde me di cuenta que me había quedado en el Jurásico…
Cuando me casé, como todo en los comienzos, estaba dispuesto a llevar a rajatabla un articulado de “buenos principios”. Ayudar en las tareas de la casa, colaborar en la crianza, educación y cuidado de los hijos… Todo aquello que para los de mi generación nos convertía en “hombres modernos”. Al principio fue la luz…parece como si estuviera escribiendo el Génesis, pues no, al principio me creí estar en la ola de la modernidad porque planchaba, ayudaba los sábados en la limpieza doméstica… Pero el caso está en eso, “ayudaba”, es decir, si tenía otra cosa que hacer la hacía, trabajar, pasear al perro o acudir a un curso, cualquier actividad que se inmiscuyera en mi camino era excusa para no tener que participar en ninguna de las tareas domésticas. Cuando nacieron los niños también tomé parte activa en su cuidado. Los bañaba, preparaba biberones, con el entusiasmo del estudiante que le ha salido un trabajo de socorrista en el verano, trabajaba, es decir echaba una mano en las tareas y de paso se alegraba la vista, es decir, me era gratificante, pero todos sabíamos que era un trabajo temporal, los niños al igual que el verano, unos crecerían y cada vez necesitarían menos de nuestros mimos y la canícula finalizaría, el entusiasmo nacía de la certeza que sería un trabajo temporal. Creí ser un marido perfecto y un padre ejemplar… Y no lo he sido casi nunca pues esa modernidad a la que yo creí pertenecer no era sino un primer y pequeño paso hacia la igualdad de los dos miembros del matrimonio. De un hogar matriarcal donde el padre se sentaba a la mesa esperando a que le sirvieran el plato de comida y era llamado de usted por los hijos, habíamos evolucionado a una sociedad marital en el que hombre “ayudaba” si eso no le impedía realizar sus labores principales de trabajador, hombre social y paseador de amigos… Mi pensamiento era incorrecto pues partía de una premisa falsa, mi obligación de ayudar… No debo ayudar, el papel del hombre moderno en el vínculo matrimonial (pareja, concubinato o cualquier relación normal plenamente aceptada en nuestros tiempos) es de activo miembro en todas y cada una de las actividades societarias. Y ahí es donde me quedé en el Jurásico, no se si yo soy tan moderno como para comprometerme, porque aceptar tengo que aceptarlo por mi propio código ético, a ser el cincuenta por ciento de la sociedad en algunas de las actividades, como podría ser la limpieza de la casa… Lamento profundamente que mi santa haya dado con un “dinosaurio” del Jurásico y por ello la entiendo y me preocupo. En el matrimonio actual, es donde esas actividades básicas están más normalizadas y son entendidas como un fizti-fizti, es decir, una obligación al cincuenta por ciento de ambos miembros, si fueran tres ya sería la bomba…jajajajaja. No me creo tan moderno, ni me siento comprometido con la era como para asumir de buen grado que hoy, aunque no me apetezca, debo limpiar la casa, tender la ropa o regar el jardín, tenga o no tenga otras cosas que hacer… Por eso me da penica mi santa, porque el papel de algunas mujeres, me temo que muchas, aún sigue siendo la de ama de casa y si encima trabaja fuera la de esclava del sistema, pues ella si siente la obligación y la cumple como si de una condena se tratara, de realizar las tareas del hogar, común para todos pero desigualmente repartido…
De todas formas las chicas gestionan mal el tema de la participación del hombre en la vida doméstica. Enseguida juzgan los resultados. Te has dejado una mancha aquí, o allá no has frotado, son unas de las frases que te sueltan nada más terminar con la faena. En el trabajo hay unos que lo hacen mejor y otros peor, pero no estamos todo el día reprochándole al que lo hace menos bien su falta total de acierto. Cada mes, en cada reunión de “calidad”, se valora lo realizado y si se ha conseguido lo que el cliente quería. Lo importante es que se sigan los protocolos y seguro que el producto es acorde con lo que el usuario demandaba. Las señoras o señoritas no tienen paciencia, evalúan cada uno de los procesos en cada uno de sus pasos y lo critican, así es imposible, desmotivan al trabajador que cada vez se involucrará menos en la cadena productiva y lo peor es que es más fácil deshacerse de un operario ineficaz que de un marido acomodaticio…
Ayer nadé media hora en la piscina. No se que producto le ponen al agua pero me hace la nariz polvo, está peor que la de Cate Moos esa que se mete las rayas de seis en seis… De nuevo tengo obstruida la nariz y no puedo respirar, sobre todo por la noche cuando duermo… Casi había vuelto a estar bien, pero en cuanto me he tirado de nuevo a la piscina, otra vez hecho polvo. Mil metricos hice, más que nada para no perder el “sentido” de nadar, el feling con el agua, las sensaciones que lo denominan los nadadores. La media hora ha sido algo más entretenida pues delante iba una nenica que no estaba de mal ver, aunque muchos de los mortales estamos mejor vestidos que desnudos, perdemos mucho. Lo noto cuando las veo, en los hombres no me fijo, de momento, en el agua en bañador y enseguida pienso: “¡No vale ná!”, no me saltéis al cuello, yo tampoco estoy para tirar cohetes. Cuando salimos al hall me vuelvo a fijar y vestidicas, maquilladas, peinadicas mejoran mucho… ¡Qué sórdido soy!.
Esta mañana voy de “despedida de soltero”, para variar ésta es de las de verdad. Es de los pocos que últimamente se estrenan en esto del casorio, pues la mayoría a las que he asistido en los últimos tiempos eran divorciados que volvían a cometer el mismo error… Como somos talludicos no cogeremos un bus y haremos la ruta más “hot” de la región y limítrofes, iremos al IKEA, a comprar muebles y el dinero que nos sobre lo gastaremos en cerveza y en comer como señores. Los nenes son valencianos, así que al anochecer los volveremos a meter en el coche y los enviaremos de regreso a la capital del Turia.
Hoy en Pulpí se disputa la Copa del Rey de Triatlón. Esta es una prueba que me gusta muchísimo, tengo grandes recuerdos de ella. Si no hubiera sido por el Ironman me hubiera gustado disputarla este año. Seguro que al año que viene será imposible, éste han admitido a todos los equipos inscritos, igual el próximo no lo hacen. No iré a verla pues estaré de “despedida” tampoco me apetece acudir de espectador. Pondré unas fotos de cuando mi nenico la disputó en Córdoba hace ya algunos años, ¡cuantos recuerdos!, algunos de los que formamos el equipo, yo iba de animador y aleador, (¡ale, ale!), ya no están y todos los días los echamos de menos.
Ya han abierto la inscripción para Agramón, sólo hay 200 plazas, espero que el lunes aún queden y me pueda inscribir pues hasta entonces no podré ingresar los 15 euros que cuesta.
Ya te contaré como termina la despedida de soltero y si me quedan ganas de coger la bayeta de nuevo.
Hasta pronto, querido diario.

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